El caos como elemento narrativo: ¿qué representa?

El caos como elemento narrativo: ¿qué representa?

El caos como elemento narrativo: ¿qué representa?

¿Qué pensarías si te dijera que el caos es algo necesario en nuestra vida, algo que no solo necesitamos, sino que, si no lo tuviéramos, iríamos a buscarlo en contra de la lógica? Puede ser que esta idea te sorprenda, o puede ser que ya hayas leído Dostoyevsky y sepas que no estoy haciendo más que reflejando una de las ideas que explora en Memorias del Subsuelo.

Si efectivamente tu reacción fue de sorpresa, quiero que quede claro que no te estoy criticando en lo más mínimo; de hecho, justamente porque esta idea es tan contraintuitiva es que el caos es algo difícil de manejar con profundidad en una historia.

Si quieres aprender más sobre el tema, ¡estás en el lugar correcto!

¿Qué es el caos?

El caos se refiere a un estado de desorden y confusión extremo. Es el momento en el que nada parece tener sentido y sientes que navegar por la realidad es una tarea titánica que, además, no sabes ni siquiera por dónde empezar.

Todos hemos vivido momentos de este estilo en nuestras vidas, y seguro no tenemos recuerdos muy bonitos de ellos. Son instantes en los que creemos que vamos a rompernos y no hay nada que podamos hacer para evitarlo.

Quizás sea algo que se detona por una tragedia como el fallecimiento de alguien cercano o el divorcio de tus padres, o algo en una escala más grande e impersonal como la guerra o una insistente pandemia.

El caos puede ser una parte tan agobiante de la existencia humana, que es raro que no pienses al menos una vez en lo genial que sería erradicarlo por completo. Lamentablemente, esta no solo es una idea superficial, sino que ataca la misma esencia de lo que representa la humanidad.

El caos está diseñado para ser algo que necesita solución, y precisamente para encontrar soluciones es que tienes un cerebro, una conciencia y una voluntad. Si todo en esta vida estuviera dado, ¿cuál sería el punto de pensar? ¿Cuál sería el punto de existir?

Existe una belleza profundamente humana en el sentimiento abrumador que evoca el caos porque es justo lo que nos invita a cambiar, a crecer como personas y perseguir el bien, siempre y cuando nos mantengamos fuertes y no permitamos que la desesperanza se apodere de nosotros.

Es lo que nos permite convertirnos en héroes y superar nuestras limitaciones. ¡Por eso tiene valor!

La dualidad del caos

Entender todo lo que mencioné anteriormente, forzosamente pasa por comprender que el caos tiene una dualidad bastante profunda que le permite ser tanto algo que afecta negativamente la existencia humana como algo que la eleva y le aporta un valor increíble.

¡Aquí te comparto los dos lados de la moneda!

El caos como catástrofe

Estoy seguro que la idea de explorar el caos como una tragedia catastrófica no te sorprende en lo más mínimo, pero, en el contexto narrativo, el enfoque del caos como catástrofe no está en el resultado, sino en los vicios que llevaron a él y de los que nacen como consecuencia del mismo.

Es decir, el caos toma verdadera profundidad cuando no se evalúa como una conveniencia narrativa, sino como una consecuencia derivada del comportamiento humano. Esto es incluso cierto con personajes como el Joker, que más que personaje es una representación física del caos como concepto.

El Joker existe por Batman, es una respuesta a sus intentos por conseguir el orden. Nos demuestra que, aunque la lucha del hombre por ordenar el mundo es valiosa y justa, es una lucha que nunca acaba, porque existe una locura inherente en el mundo que no se puede borrar.

¡Lo interesante es cómo el hombre navega esta catástrofe y logra darle algo de sentido a través de su crecimiento moral!

El caos como libertad

Como mencioné antes, las características del caos están diseñadas para obligarnos a crecer y cambiar. Por supuesto, lo interesante aquí es que el caos también tiene un factor subjetivo, porque lo que es caos para uno no necesariamente es caos para otro.

Esto no significa que el caos no exista, sino que nos habla sobre la forma en que interactúa con el libre albedrío. Lo cierto es que el ser humano, para poder valorar el orden y/o escapar de la tiranía, necesita ser capaz de elegir el caos.

En 1984 se explora esta idea de forma muy profunda. Precisamente en un mundo donde el individuo es controlado en extremo, la búsqueda del caos es también un llamado a la aventura, algo que le invita a huir del dominio externo para descubrir quién es y darle sentido a su existencia.

Esto sucede porque el caos también representa el “potencial”, tanto del mundo como de nosotros mismos. Cuando vemos algo desordenado vemos lo que NO DEBERÍA SER y, por lo tanto, también desarrollamos una idea de lo que PODRÍA SER.

En parte es por que tienes ese nudo en el estómago cuando alguien te dice “eres perfecto tal cómo eres” cuando las cosas te están saliendo mal, tus planes no llegan a buen puerto y todos tus vicios te están aplastando.

Aunque quizás te venga un alivio pasajero, una parte de ti te dice “si esto es todo lo que soy, si este soy yo funcionando como debo, qué triste; no me queda de otra que seguir sufriendo como un idiota”. Esta idea nos invita a un orden y una armonía falsa y nos impide crecer, porque nos hace creer que ya somos todo lo que podemos ser.

El caos nos dice lo contrario, nos dice que las cosas están mal y que, quizá, nosotros podemos mejorarlas si superamos nuestras deficiencias. Dicho de otra forma, el caos también nos libera y nos permite alcanzar nuestro potencial.

Es por eso que en el símbolo del Ying Yang existe un punto blanco en el caos y un punto negro en el orden. Nos dice que necesitamos un poco de ambas cosas para poder desarrollarnos.

¡Aprovéchalo al máximo en tu historia!

Espero que este contenido te haya permitido descubrir que el caos puede aportar muchísima profundidad a una historia y que no deberías tacharlo de entrada como algo “malo”.

La existencia humana es bastante compleja y justamente por eso es que las historias tienen una labor importante que ofrecer.

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