La culpa como elemento narrativo: ¿qué tiene de especial?

La culpa como elemento narrativo: ¿qué tiene de especial?

La culpa como elemento narrativo: ¿qué tiene de especial?

Esto lo hemos visto en nuestras favoritas una y otra vez: un personaje carcomido por sus pecados del pasado que busca enmendarlos fervorosamente.

La culpa es un elemento que ha estado presente en las historias desde siempre, desde tragedias griegas como Edipo hasta series relativamente modernas como Samurai X.

Pero ¿por qué? ¿Es por puro morbo y sadismo que nos sentimos atraídos hacia la culpa o existe algo más ahí?

Si quieres descubrir más sobre el tema, ¡lee este artículo hasta el final!

¿Qué es la culpa?

La culpa es el sentido de responsabilidad que experimenta una persona por algún tipo de evento negativo o perjudicial para otros o, incluso, sí mismo.

A nadie le gusta experimentar la culpa, pero lo cierto es que es una sensación crucial para moverte por el mundo, porque es un mecanismo que te permite discernir entre el bien y el mal, y corregir tus errores.

Explicado de una forma más poética, la culpa es el llanto de tu alma después que cometes una fechoría, es lo único que te mantiene humano cuando actúas como monstruo. Rechazarla, negarla o hacerte inmune a ella solo te arrastrará por un camino oscuro y cruel.

Dicho de otra forma, la culpa es un elemento importantísimo de la naturaleza humana y algo que nos ayuda a desarrollar y mantener una brújula moral cercana al bien.

¿Qué representa?

Ahora, desde el punto de vista narrativo, la culpa actúa como un detonante para un conflicto intenso dentro de un personaje. De hecho, este elemento es una parte fundamental de todos y cada uno de los arcos de redención que se han construido alguna vez.

¿Por qué? Bueno, porque cuando estamos alineados con el mal, solo podemos liberarnos si entendemos las consecuencias negativas nuestros actos producen o produjeron, y empatizamos con aquellos que hacemos o hicimos sufrir. Este proceso, inevitablemente llevará al personaje a ser torturado por la culpa y lo motivará a llevar a cabo el doloroso y difícil proceso necesario para la redención.

Si no lo colocas, será imposible para tu audiencia creer que en realidad ha cambiado y no creerá su conversión. Es en parte por esto que en muchos animes como Naruto, resulta cómico y ridículo la transformación de ciertos villanos como producto de tener una sola conversación con el protagonista donde este le muestra lo erróneo que es su camino.

Al proceso de redención le falta un aspecto crucial que necesita tiempo para explorarse: la culpa.

Dicho esto, no creas tampoco que la culpa solo debe existir en arcos de redención. También puede aparecer en arcos inversos de personaje, justamente para mostrar cómo la racionalización del mal cometido y el callar la conciencia terminan por llevar a alguien a cometer actos cada vez más crueles y malignos.

En este caso, el conflicto interno del personaje llega a una “conclusión negativa”, donde en lugar de redimirse es arrastrado con mucha más fuerza hacia el lado del mal.

De la misma forma, la culpa también puede ser un motivador para cometer actos malvados. Por ejemplo, si un personaje siente culpa porque, al no asesinar a un malhechor, este terminó dañando a otros; quizás se sienta impulsado a terminar el trabajo de una forma cruel y terrible.

Eso es porque, aunque la culpa intenta ayudarnos a discernir del bien y del mal, de todas maneras parte de nuestra filosofía personal de vida y nuestros prejuicios humanos. Para explicarlo de forma más sencilla, ¡la culpa no es un sistema moral infalible!

¿Cómo explorar la culpa de manera profunda?

Como te podrás imaginar, esta pregunta tiene una respuesta distinta para cada historia, pero te puedo compartir dos tips generales que te ayudarán.

¡Aquí te van!

Que esté justificada

Muchas (muchísimas) historias caen en la trampa de crear una “culpa falsa” que, aunque sirve para marcar las motivaciones del personaje, termina perdiendo todo su poder narrativo cuando se revela la verdad.

Ya sabes a qué me refiero. Estoy hablando de las clásicas películas donde un personaje se atormenta a sí mismo porque dejó morir a tal o cual persona, y luego se nos revela que, en realidad, esta nunca murió o que él no tuvo nada que ver con su fallecimiento, sino que se está culpando de forma indirecta porque “debió estar más atento” o “adivinar que sucedería”.

Esta culpa, si bien puede tener su uso y su lugar en la construcción de historias, no es ideal si quieres explorar a fondo el elemento.

Si de verdad quieres meterte en el corazón del conflicto, no debes ahorrarte los golpes y permitir que tu personaje cometa un error terrible que justifique perfectamente su sentimiento de culpa.

Un buen ejemplo de esto es en la película de Charlie St. Cloud, donde el protagonista, en lugar de quedarse en su casa a cuidar a su hermanito, decide llevárselo a una fiesta a la que ya tenía pensado ir. Ambos terminan en un terrible accidente de tráfico donde el hermano menor muere y él queda gravemente herido.

El conflicto del protagonista aquí es ineludible y está muy bien introducido porque el evento fatídico no hubiera ocurrido si él no actuara de forma irresponsable.

Por mucho que le digan “no fue tu culpa”, “no podías hacer nada al respecto”, “le pudo pasar a cualquiera”, el personaje sabe que él es el principal causante de lo sucedido, y por eso su camino de curación y aceptación trae peso.

No es un malentendido, sino un problema real y tangible del que no se puede escapar fácilmente. Sin esto, nunca podrás explorar la culpa de una manera profunda.

Explora el conflicto desde el punto de vista moral

Como mencioné antes, la culpa es un conflicto moral. Se trata del personaje dándose cuenta de que hizo algo malo, y luego enfrentándose a la posibilidad de enmendar su error o callar su conciencia.

Esa parte es importante y es justo lo que hace que la culpa tenga muchas formas complejas de explorarse, porque cada situación que la genera está repleta de factores que magnifican o minimizan el grado de responsabilidad que el personaje puede razonablemente quitar o colocar sobre sus hombros.

No caigas en la trampa de racionalizar el hecho en sí diciendo algo como “tuviste mala suerte” o “son cosas de la vida” porque eso, aunque puede ser cierto, no está en el corazón del conflicto del personaje. Su problema está en definir si lo que hizo está mal y, si lo está, pagar por las consecuencias de alguna forma. Es por eso que alguien que sufre culpa se saboteará a sí mismo constantemente: cree que no merece ser feliz por lo que hizo.

No se trata de lógica, sino de ética. ¡No lo olvides!

¡Y ya acabamos! Sé que usualmente suele hacer listas con al menos tres elementos, pero lo cierto es que en el caso de la culpa hay un rango tan grande de probabilidades que no creo poder darte tips más generales que estos sin llegar a confundirte más de lo que te ayudo.

Pero vamos, quizás mi imaginación no es tan buena como la tuya y tú piensas en algo más, ¡comparte tus ideas en los comentarios si es así!

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