El fin del mundo como elemento narrativo: ¿cómo construirlo?

El fin del mundo como elemento narrativo: ¿cómo construirlo?

El fin del mundo como elemento narrativo: ¿cómo construir el fin de todas las cosas?

El género de las historias apocalípticas y postapocalípticas ha ido captando cada vez más seguidores, pero creo que no hay muchas historias que realmente exploren el fin del mundo como tal.

Después de todo, una cosa es vivir en un mundo destrozado o uno que está por romperse, que realmente experimentar en una historia lo que significa el fin del universo como tal.

Ese es un elemento simbólico bastante distinto que vale la pena explorar y por eso decidí escribir un artículo sobre el tema. Si quieres aprender más al respecto, ¡no pares de leer!

¿A qué me refiero con “el fin del mundo”?

Cuando hablo del “fin del mundo” como elemento narrativo, estoy hablando de un cambio tan drástico en la naturaleza del universo narrativo que, para efectos prácticos, produce su total aniquilación.

Quiero que quede claro que cuando digo “drástico”, me refiero a “DRÁSTICO”. No estoy hablando de que el mundo está poblado de zombies o algo por el estilo, porque ahí las mismas reglas siguen aplicando de cierta forma. El ser humano sigue necesitando comida, dormir, protegerse de los peligros externos, etcétera.

La vida pudo hacerse más primitiva, pero en realidad no es el “fin del mundo”, solo un “paso atrás”.

El fin del mundo, como elemento narrativo, representa un cambio mucho más agresivo, que afecta la mismísima estructura de la realidad del universo de la historia.

Quizás veamos al mundo ser tragado por un hoyo negro y la civilización humana pase a convertirse en seres de luz con alcance cósmico.

O quizás presenciemos cómo los cielos se abren y los ángeles se llevan a las personas buenas y dejan tras de sí a un montón de desdichados que no pueden morir, pero aún así se pudren con el tiempo.

O, claro está, la muerte de todo aquello que conforma el universo narrativo.

Por supuesto, en el verdadero fin del mundo no existe realmente la posibilidad de volver al mundo anterior en lo absoluto. No se puede ni siquiera intentar reconstruir lo perdido. El universo entra en una nueva estructura o desaparece por completo.

¿Por qué lo agregarías en tu historia?

El fin del mundo como elemento narrativo aporta dos preguntas existenciales muy importantes a una historia:

  1. ¿Qué errores nos llevaron al fin de todo?
  2. ¿Qué es lo que queda al final de todas las cosas?

Esas preguntas son poderosas por distintas razones.

La primera nos impulsa a evaluarnos a nosotros mismos y los pecados que cometemos todos los días; a pensar en cómo estamos destruyendo el mundo con nuestros vicios.

La segunda, por su parte, nos hace preguntarnos qué parte de la existencia humana es lo suficientemente poderosa y fuerte como para sobrevivir el fin de los tiempos. ¿Es nuestra alma? ¿Nuestro conocimiento? ¿Nuestra historia? ¿El amor que sentimos por los que están cerca de nosotros?

De una forma u otra, aquello que sobrevive es aquello que el autor entendió como “lo más importante” de la vida humana, aunque la forma de expresarlo puede ser tan compleja que en realidad defina un cúmulo de cosas y no solamente una.

Si te interesa explorar estas preguntas, entonces te puede convenir explorar el fin del mundo como elemento narrativo en tu obra.

¿Cómo trabajarlo?

Si quieres trabajar con profundidad este elemento, lo mejor que puedes hacer es tener presente tres consejos clave. ¡Aquí te los comparto!

El fin del mundo debe ser la consecuencia del conflicto central

Como te podrás imaginar, el final de tu historia (y, por ende, el fin de tu mundo) no puede aparecer como un simple Diabolus Ex Machina, sino que tiene que ser algo que se construyó con cuidado a lo largo de la obra.

Dicho de otra forma, el fin del mundo debe estar íntimamente atado al conflicto central de la obra, ya sea porque los personajes trataron de impedir que ocurriera o enfrentaron dilemas directamente relacionados con la inminente caída de la realidad.

¿Por qué? Bueno, porque de esa forma puedes explorar las preguntas que presenté anteriormente y darles peso a través de las vivencias de tus personajes.

Uno de los mejores ejemplos de esto está en el videojuego de Somma, en el que la humanidad está virtualmente extinta… o completamente extinta dependiendo de tu concepto de lo que significa la existencia humana.

Aquí, los personajes son copias de la mente de una persona que existe ahora dentro de un robot. Sienten y piensan igual que un ser humano, pero en realidad son programas de computadora diseñados para imitar a la perfección a la mente de la que provienen.

Todo el conflicto central de estos personajes gira en torno a introducir sus conciencias dentro del último proyecto de la humanidad: un arca con un mundo digital en el que las conciencias de los seres humanos restantes (menos de cincuenta) serán enviadas al espacio donde viajarán por el resto de la eternidad.

Este conflicto invita a los personajes a discutir y luchar contra la filosofía de lo que su misión representa y, por lo tanto, el jugador también lo hace.

Además, como buena historia, Somma no te da las respuestas definitivas, sino que deja que tú las encuentres por tu cuenta.

Debe ser un punto de inflexión drástico al FINAL de la historia

Como mencioné antes, el fin del mundo debe ser un punto de inflexión increíblemente drástico. No se trata simplemente de una destrucción dramática, sino de un cambio mismo en la estructura de la realidad.

Por supuesto, aquí entra la destrucción del mundo y la muerte de todas las personas, ya que perecer es probablemente el cambio más drástico que puede vivir un organismo vivo.

A su vez, es importante entender que este cambio no es una premisa para construir una historia, sino aquello que utilizas para terminar una que empezaste.

Eso es lo que diferencia al fin del mundo de las historias clásicas apocalípticas y post apocalípticas.

Lo más importante son las repercusiones temáticas

Recuerda, el fin del mundo es el elemento narrativo que utilizas para responder las preguntas existenciales que te presenté antes. Dicho de otra forma, su valor como elemento narrativo es altamente simbólico y tiene repercusiones temáticas importantísimas.

Entonces, como escritor, debes considerar con mucho cuidado lo que tu final dice simbólicamente de la naturaleza humana y, por ende, la naturaleza de tu obra.

¡Y con eso acabamos! Espero que este artículo te haya resultado interesante y te sirva para incluir este elemento en tu historia.

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