Monólogos del autor: ¿deberías evitarlos?
Monólogos del autor: ¿deberías evitarlos?
Últimamente, cuando ojeo las historias con más vistas en Wattpad que intentan lidiar con problemas y conflictos actuales, siento un vacío en el estómago al notar lo común que es toparte con monólogos del autor de la obra.
El Internet y el sencillo acceso que tenemos a la información nos ha hecho creer que somos más inteligentes de lo que en realidad somos, y por eso muchos autores se creen capaces de responder preguntas que ni siquiera saben formular.
Esto hace que sus obras sean interrumpidas por sermones inútiles y condescendientes, que además de eso también afectan negativamente la narrativa en sí.
Esta práctica es terrible, pero para evitarla es importante entender qué es y por qué tiene el potencial de arruinar tu obra. Si te interesa aprender más, ¡no pares de leer!
¿Qué es un monólogo del autor?
Un monólogo del autor es una pausa narrativa que toma el narrador para exponer una idea que le pertenece al escritor y no a los personajes. Es un juicio de valor sostenido que interrumpe la obra para compartir las reflexiones del autor.
Si tienes tiempo leyendo este blog, seguro sabes que esta práctica es terrible porque le dice al lector qué pensar en lugar de en qué pensar, disminuyendo drásticamente el valor artístico de la obra.
Al final del día, los autores no somos quién para decirle a nuestros lectores cuáles son los secretos de la vida. La realidad es que no tenemos idea, y tan es así que justo por eso es que nos embarcamos en el proceso artístico para empezar.
Teníamos una duda existencial que no podíamos articular y la narrativa es lo que nos ayudó a darle forma y explorarla con mayor profundidad.
Los artistas, de cierta forma, son los precursores de los filósofos porque son capaces de lidiar con problemas antes de que la sociedad sea siquiera capaz de ponerles nombre. Esa es la labor crucial que cumplen los escritores, pintores, músicos, escultores, guionistas y cualquier otra disciplina artística que se te ocurra.
Los monólogos del autor tienden a invitar al escritor a saltarse esa exploración y simplificar la idea de una forma que este la pueda articular. Si piensas hacer eso, entonces mejor escribe un ensayo y olvídate de construir una narrativa.
Debilidades de los monólogos del autor
Si este consejo te está molestando, quizás sea porque eres un escritor al que le gusta reflexionar mientras escribe y que disfruta añadir esas reflexiones en el texto no con el ánimo de manipular, sino con la intención de hacer partícipe al lector de su tren de pensamiento.
Eso está muy bien (y más adelante hablaremos sobre cómo introducir monólogos del autor sin afectar negativamente tu obra), pero debes estar consciente de las dos debilidades cardinales que tiene esta práctica.
Tienden a convertirse en sermones
Como mencioné antes, los monólogos juegan con la arrogancia del autor y le invitan a decirle a la audiencia lo que está bien y lo que está mal.
Estos sermones no suelen ser bien recibidos y hacen que la historia pierda toda su profundidad porque ya no hay lugar para el diálogo y la reflexión: el escritor dice que esto es así y así tiene que ser.
No hay nada peor para tus personajes y tu temática que hagas esto. Mejor empieza publicar propaganda en Facebook.
Detienen el ritmo narrativo
Los monólogos del autor son invasivos por naturaleza. Al final del día, para introducirlos, necesitas darle pausa a la historia y meter tu propia voz en el relato, rompiendo la cuarta pared y dirigiéndote directamente al lector.
Esto provoca que la historia tenga un ritmo narrativo lento o, cuando menos, irregular. Imagínate que es lo mismo a estar viendo una película con alguien que a cada rato le pone pausa para decirte su opinión y luego le pone play otra vez.
Aunque su opinión sea algo que compartes o incluso te parezca interesante, lo cierto es que la continuidad de la historia se tiene que frenar para que él o ella pueda hacer su aportación.
Lo mismo sucede cuando incluyes un monólogo del autor, solo que es peor porque el lector probablemente no te tiene la paciencia que sí le tiene al amigo con el que se sienta a ver películas.
¿Cómo meter una reflexión sin que se convierta en un monólogo del autor?
Ahora, vamos a hablar de algo con total claridad: no es malo tener reflexiones en tu historia. De hecho, Víctor Hugo, uno de los mejores escritores de la historia, es famoso por la inclusión directa y desvergonzada de monólogos del autor en sus obras.
En su caso, esto funcionó porque sus análisis son tan profundos y honestos que los lectores nunca sienten que son sermones, pero ni siquiera este gran autor pudo escapar de la segunda debilidad y por eso, para estándares modernos, sus obras tienen un ritmo narrativo lento y pesado.
Entonces, ¿cómo puedes incluir reflexiones en tu obra sin caer en las debilidades inherentes que ofrecen los monólogos del autor? Muy sencillo, ¡crea un monólogo de personaje!
Esto quizás parezca un simple hack, pero en realidad lo cambia todo. ¿Por qué? Bueno, porque cuando un narrador dice algo, lo cierto es que no se está jugando nada. Él no forma parte de la historia y, por ende, sus opiniones nunca son directamente cuestionadas.
Con los personajes esto no sucede. Si un personaje tiene una filosofía de vida, una buena historia siempre la pondrá en entredicho y le obligará a comprobar la robustez de sus creencias.
Eso sí, que no se te olvide “poner en entredicho” esa reflexión tuya que compartes a través del personaje. De nuevo, no se trata de que le digas a tu audiencia la respuesta correcta, sino que la invites a encontrarla por su cuenta.
De la misma forma, esto también significa que el monólogo en sí deberá estar atado a la lucha de un personaje, lo cual te permitirá darle relevancia narrativa.
¡Y con eso acabamos! Espero que este contenido te haya enseñado algo nuevo.
Si fue así o no, ¡asegúrate de compartirme tu opinión en los comentarios!
De hecho en mi historia existe algo llamado la Sociedad Secreta de Narradores (Secret Society of Storytellers en inglés) los cuales son personajes omnisciente que cuentan las historias de otras personas a los lectores y cada arco cambia el narrador, de ese modo la narración se puede acoplar más al tono del dicho arco y así mismo presentar diversos puntos de vista sobre lo que sucede. Por eso cada vez que el narrador da su opinión sobre algo es básicamente un monólogo de personaje.