Monólogo de personaje: ¿cómo introducirlo correctamente?

Monólogo de personaje: ¿cómo introducirlo correctamente?

Monólogo de personaje: ¿cómo introducirlo correctamente?

Una de las cosas más bonitas de escribir historias es la forma en la que puedes explorar ideas de una forma estética a través de las experiencias de tus personajes. Justo por esa razón, es que no es raro encontrar monólogos de personaje en nuestras obras favoritas.

Sin embargo, tampoco es demasiado extraño que muchos de esos monólogos sean invasivos o inconsecuentes, y ahí es cuando el elemento pasa de ser algo que añade belleza a la narrativa, y en su lugar le quita peso y profundidad.

Si quieres aprender más sobre este concepto y descubrir cómo usarlo de la manera correcta, ¡este artículo es para ti!

¿Qué es un monólogo de personaje?

Un monólogo de personaje es una sección de diálogo, relativamente extensa, donde uno de los actores del relato elabora un discurso que explora al menos una de las ideas centrales del relato.

No es simplemente cualquier fragmento narrativo en el que el mismo personaje dice muchas cosas, sino uno en el que se invita a participar a la audiencia en el proceso intelectual de comprensión de la temática.

Es algo así como el discurso de Aragorn en El Retorno del Rey, la explicación computacional de El Arquitecto en Matrix o la inversión de la moralidad que ofrece Al Paccino en El Abogado del Diablo.

Es un recurso muy poderoso que puede dar lugar a las escenas más memorables y poderosas de tu historia.

¿Cuál es su uso?

El propósito central del monólogo de personaje es introducir de una forma más directa las ideas principales del relato, presentando argumentos a favor o en contra para que la audiencia se involucre intelectualmente y/o emocionalmente con lo que sucede.

Sin embargo, si solo lo utilizas de esa forma, te estarás haciendo un flaco favor y, probablemente, terminarás confundiendo el monólogo de personaje con la exposición narrativa y tu historia perderá fluidez.

La diferencia clave entre una idea y otra, es que el monólogo debe contener un alto valor narrativo y estético en la forma que se expone y, a su vez, requiere estar íntimamente apegado al personaje que lo expresa.

Es decir, cada palabra y cada línea deben sentirse como que es algo que “ese personaje diría”, que solo él o ella se expresarían de esa forma, basándose en lo que han vivido a lo largo de sus vidas y las lecciones que han aprendido en el camino.

Las frases cliché están absolutamente prohibidas en los monólogos de personaje y, si piensas colocar uno en tu historia, debes asegurarte de que entiendes la filosofía del discursante a la perfección.

¿Cómo introducirlo?

La pregunta ahora es “¿cómo introduzco el monólogo de personaje en mi historia sin que se sienta forzado o fuera de lugar?”. ¡Sigue leyendo y descubre algunos tips para lograrlo!

Asegúrate que la idea se presenta de forma estética

Esto lo pongo de primero precisamente porque es lo más importante. Si el discurso se siente demasiado en tu cara, como si el escritor estuviera gritando la temática en tu oído, entonces tienes un problema grave y caerás en la exposición narrativa.

Ojo, recuerda que la idea debe aparecer con un alto valor narrativo, y por eso debes aportarle belleza por medio del estudio abstracto de lo que representa.

Por ejemplo, en lugar de decir de buenas a primeras que el villano es la viva representación del caos, puedes hacer que uno de los personajes cuente la historia de un ladrón de diamantes cuya única razón para robar era ver el mundo arder.

En lugar de contarnos que la batalla que se avecina representa el orgullo incansable del hombre, que si bien puede llegar a desfallecer de vez en cuando, siempre aparece para proteger aquello que es hermoso y valioso, has que el monólogo de personaje nos diga que la eventual caída del hombre no sucederá ese día.

En vez de explicarnos que el libre albedrío humano es lo que diferencia al hombre de las máquinas, permite que el discurso muestre la frialdad calculadora de las computadoras y su imposibilidad para lidiar con las infinitas probabilidades que ofrece el simple hecho de tomar una decisión.

Estás explorando la idea de todas formas, pero lo haces de una forma artística, permitiendo que la escena sea entretenida en lugar de convertirse en un constante regurgitar de palabras.

Asegúrate que refleja su personalidad, forma de pensar y lo que ha aprendido en su vida

Se les llama “monólogos de personaje” por una razón. No es lo mismo que un monólogo narrativo, porque ahí se presentan las ideas del autor y la lógica que está utilizando para llevar los mensajes centrales de la obra.

No, aquí estamos hablando específicamente de cómo el personaje que habla ve el mundo, incluso si eso significa que lo que dice vaya en contra de la filosofía misma del escritor que lo creó.

Como dije antes, es crucial que cada palabra “pertenezca” al personaje, que cada instancia en la que se exprese refleje la clase de persona que es y lo que ha aprendido en su vida.

Esto quizás te suene obvio ahora que te he puesto como ejemplo monólogos legendarios como el de Aragorn y el de Alfred, pero deja que te demuestre con uno totalmente ridículo el poder que puede tener este consejo: el monólogo de Bob Esponja al final de su película.

¡Aquí te lo pongo en caso de que no lo recuerdes!

Me han pasado muchas cosas en los últimos seis días, cinco minutos con 27 segundos y medio. Y si he aprendido algo durante ese tiempo, es que uno es lo que uno es. Y ninguna magia de sirena o ascenso a gerente, ni ninguna otra cosa, puede hacerme más de lo que realmente soy en mi interior: un chico.

¡Pero eso está bien! Porque hice todo lo que dijeron que un chico no podía hacer. Porque llegué a Ciudad Almeja, vencí a los cíclopes, viajé con Hasselhoff y recuperé la corona del rey. ¡Así que sí soy un chico y también soy un chiflado, y un zonzo, y un cabeza de chorlito! Pero sobre todo soy… soy… soy… ¡soy un cacahuate!

La idea central del monólogo es muy sencilla y se ha trabajado hasta el cansancio: aprende a sentirte a gusto contigo mismo. Sin embargo, el discurso explora este concepto a través de Bob Esponja y las experiencias que ha tenido a lo largo de su vida. Nadie más podría haber presentado la idea de esa manera aparte de él, precisamente porque cada oración está atada directamente al personaje.

Si este monólogo de Bob Esponja te inspiró aunque sea un poco, creo que ya tienes toda la prueba que necesitas para confirmar la utilidad de este consejo: asegúrate que refleja la personalidad y experiencias del personaje.

Permite que marque un punto de inflexión en la narrativa

Yo soy un inmenso fanático de Hill House. Me parece una de las mejores series de terror de los últimos años, pero es incuestionable que su uso de los monólogos muchas veces es exagerado y molesto.

Esto sucede en buena medida porque los utiliza con demasiado frecuencia, pero para mí el mayor problema es que muchos de estos monólogos no tienen ningún impacto en la narrativa porque no marcan un antes y un después para los personajes.

Recuerda, así como los monólogos invitan a la audiencia a la introspección, también deberían hacerlo con los personajes. Si esto no sucede, entonces tú como espectador sentirás que fueron frases huecas y superficiales.

Esto está todavía más acentuado en Bly Mannor, de los mismos creadores, donde la preponderancia de monólogos alentan sobremanera la trama y la detienen casi por completo, porque no están aportando nada al crecimiento de los personajes o el avance de la narrativa.

Siempre debes evitar esto. De lo contrario, tu monólogo perderá todo su impacto.

El monólogo se le hace a los personajes, no a la audiencia

Hace poco vi la película de I am The Pretty Thing that Lives in this House y, wow, la verdad es que tenía tiempo que no veía una obra cinematográfica, que intenta con todas sus ganas ser artística, fallar tan miserablemente en la construcción de personaje.

Me tomó un buen rato determinar por qué la película se siente tan lenta, por qué las escenas son tan inconsecuentes y por qué el arco de la protagonista se siente hueco y superficial, y finalmente llegué a la conclusión de que la mayor parte de la culpa recae en el pésimo uso del narrador en off que usó el film.

A lo largo de la película, eres constantemente bombardeado por monólogos de personaje uno tras otro de un narrador omnisciente mientras imágenes semi-artísticas aparecen frente a ti.

Esto lo vuelve extremadamente invasivo, porque es el equivalente a que el autor de la obra le ponga pausa a la película a cada rato para explicarte lo profunda que es su historia y la temática que maneja.

Eso es porque los monólogos no se le hacen a la audiencia, sino que nacen de una interacción entre los personajes que habitan en el mundo de la historia.

No te confundas. El monólogo quiere involucrar a la audiencia con la temática, pero si te diriges a ella directamente romperás su inmersión y entrarás rápidamente en la zona oscura de la exposición narrativa.

Además, evitarás que la historia fluya, porque mientras el personaje nos habla, no puedes avanzar nada más. El conflicto se toma una pausa y nos quedamos con un montón de ideas tiradas una tras otra sin que la escena en sí tenga relevancia para la trama.

Es por algo que películas como Shawshank Redemption, que también cuentan con un narrador en off, presentan los monólogos en escenas donde los personajes interactúan de modo que las mismas reacciones del que escucha aporten valor al momento dramático.

Si no tomas esto en consideración, tu historia sufrirá mucho. ¡Evítalo a toda costa!

¡Y ya acabamos! Espero que este contenido haya resultado informativo.

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