Ahorro del lenguaje: ¿cuál es su importancia en la escritura?
Ahorro del lenguaje: aprende a escribir como los grandes
Uno de los conceptos más importantes que debe manejar un escritor a la hora de trabajar su redacción, es sin duda el de ahorro del lenguaje, sin embargo, me sorprendí mucho la última vez que lo busqué en Internet.
Hay muchísimos artículos que hablan sobre este concepto y la forma en la que afecta el habla de las personas, pero, por muy interesantes que sean, en realidad no hablan sobre cómo la escritura, especialmente la de novelas, se beneficia por su uso.
En el afán de colocar florituras en nuestros párrafos con la esperanza de que nuestros lectores se maravillen con la estética de nuestros relatos, es fácil olvidarnos que a veces poco significa más, y que un párrafo conciso puede llegar a tener su propia belleza.
Si quieres aprender más sobre el ahorro del lenguaje y el lugar que tiene en la escritura, ¡lee este artículo hasta el final!
¿Qué es el ahorro del lenguaje?
En general, el ahorro del lenguaje o economía del lenguaje, es un principio lingüístico que expresa el fenómeno por el cual los hablantes de una lengua siempre se inclinarán a expresarse de la forma más eficiente y menos trabajosa posible.
Este concepto es lo que explica que usemos abreviaturas como “presi” en lugar de presidente u omitamos ciertas letras como la “d” en “él te ha buscao”. Es simplemente algo que nos ahorra esfuerzo y nos permite llegar a nuestro mensaje lo antes posible.
Todos los lenguajes en todos los lugares del planeta lo utilizan de una forma u otra, y esta es, en buena medida, la razón por la que leer un escrito centenario en tu idioma, resulta tan extraño. ¡La economía del lenguaje ha producido tantos cambios en ese tiempo que ya es casi imposible entender lo que dice!
Ahora bien, esto es muy interesante y todo, pero no es precisamente de lo que quiero hablar en este artículo.
¿Cuál es su función en la construcción de historias?
Como no encontré ningún artículo que hablara de este tema desde el punto de vista de la redacción de historias, pensé que valía la pena discutirlo aunque fuera un poco.
Verás, todo lo que mencionamos antes, aunque sea cierto, no explica cuál es la importancia de aplicar el concepto del ahorro del lenguaje a la hora de redactar una historia.
En realidad, en este contexto, el ahorro del lenguaje sirve para distraer al lector lo menos posible con información que es relativamente inconsecuente para la escena en sí, pero es importante para ofrecer una visión más amplia de los personajes y la trama.
Por ejemplo, mira la diferencia entre estos dos párrafos:
El trono del rey estaba forrado del más fino terciopelo rojo del país, con apoyabrazos de oro bañado y plagado de gemas preciosas. Sobre él, estaba sentado el monarca, luciendo ropas moradas de seda y una capa negra que llegaba a sus tobillos. Su rostro mostraba una expresión severa y cruel, con poca misericordia hacia los que observaba.
El rey estaba sentado sobre su aterciopelado trono escarlata, vistiendo ropas moradas e igualmente finas. Su rostro compartía una expresión severa, cruel e inclemente.
Si te das cuenta, ambos párrafos ofrecen el mismo valor narrativo, solo que uno se enfoca en la estética y otro opta por el ahorro del lenguaje.
El primero, si bien puede parecer de buenas a primeras más elaborado, en realidad es más inconsecuente y alenta el curso de la historia, potencialmente aburriendo al lector o, simplemente, distrayéndolo de lo que realmente nos interesa: establecer la presencia intimidante del monarca.
Quizás puedas pensar que es mejor el primero, que emociona más… ¡y es válido! Eso es porque existen situaciones donde el ahorro del lenguaje es necesario y otras en las que no lo es tanto.
En el ejemplo previamente dado, si justo lo que quieres es bajar la velocidad de la escena para que el lector tenga tiempo de absorber la imagen que presentas, es perfectamente válido apelar más por la estética que por la economía.
Por otra parte, si lo que quieres es mantener la atención del lector y el ritmo narrativo, el ahorro del lenguaje será mucho mejor para ti.
Todo depende del contexto narrativo y el balance que quieras hacer entre expresividad y eficiencia.
Déjame ahora darte un ejemplo con menos ambigüedad:
Ramón entró corriendo a la casa. Varias gotas de sudor se deslizaban por su frente y caían sobre el suelo y su desgastada camisa. Se notaba que había corrido todo el camino hasta acá, y todos lo miramos expectantes.
—¡Pedro se cayó por el barranco y se lastimó la pierna! ¡No tenemos cómo sacarlo! —exclamó con el poco aire que le quedaba, y se quedó un tiempo respirando agitadamente, incapaz de retomar el aliento. El vaho de su respiración salía con una frecuencia pasmosa, casi como si estuviera igual de agobiado.
—¡No puede ser! —gritó mi madre tapándose la boca con las manos y volteando a verme aterrada, al darse cuenta que mi hermano estaba en grave peligro. Levantó su dedo y señaló a la puerta sin apartar su mirada de mí—. ¡Ve de inmediato con Ramón! ¡Tienes que ayudar a Pedro! ¡Yo buscaré a tu padre en la tienda!
Ramón entró corriendo a la casa repleto de sudor y angustia. Lo observamos expectantes, sabiendo que no podía traer buenas noticias.
—¡Pedro se cayó por el barranco y está lastimado! ¡No podemos sacarlo! —exclamó con poca la energía que le quedaba.
—¡No puede ser! —gritó mi madre aterrada y volteó de inmediato hacia mí—. ¡Ve de inmediato con Ramón! ¡Tienes que ayudar a tu hermano! ¡Yo buscaré a tu padre en la tienda!
Fíjate como el primer ejemplo, precisamente por lo mucho que tarda en llegar a los momentos clave de la escena, termina disminuyendo una buena parte de la tensión de la misma. Podrá tener más filigranas, pero estas se quedan huecas y le roban poder a la historia.
La segunda es más concisa y permite que la audiencia no se distraiga con otros elementos, logrando así quedarse con la información importante y dejar a un lado lo demás.
Tips para ponerlo en práctica
Ahora hablemos sobre cómo puedes poner en práctica este concepto una vez que identificas que es necesario para una escena en particular.
Existen muchas formas, pero por lo pronto te compartiré los tres tips más importantes para hacelo. ¡No te los pierdas!
Confía en la inteligencia del lector
No es demasiado extraño que la razón por la que tus párrafos son innecesariamente largos, es porque quieres asegurarte que tu lector es capaz de entender todo lo que está sucediendo.
Esto es muy común entre escritores novatos que caen en el error de creer que absolutamente todo lo que está presente en la escena es importante para que el lector capte el contexto y el simbolismo del evento.
Lamentablemente, esto es una práctica que insulta la inteligencia de tus lectores y que hará que tu narrativa sea menos amena para ellos.
Por eso, confía en que los que te lean serán capaz de captar lo que colocas, incluso si tu y yo sabemos de que habrá uno que otro al que se le escapará una palabra o un concepto.
Si ese es el caso, no pasa nada. Recuerda que el ahorro del lenguaje está ahí para remover aquello que es “inconsecuente”; es decir, si se le escapa al lector o nunca se entera que está ahí, entonces eso no tendría por qué afectar su entendimiento y disfrute de la obra.
Confía en la inteligencia de tus lectores y no te sientas obligado a explicar todo como si estos tuvieran tres años.
Incrementa tu vocabulario
Si te cuesta mucho encontrar formas eficientes de construir una oración, existe una alta probabilidad de que tengas un vocabulario que necesita expandirse.
Por ejemplo, existen palabras que son capaces de explicar conceptos enteros, como “subrepticiamente” que habla de un hecho que se realiza a escondidas. En lugar de explicar esto con esa oración, puedes utilizar la palabra y listo.
¡Y como esta hay mil más!
Por supuesto, cabe destacar que tener un buen vocabulario también te hará un escritor más atractivo, estético y menos propenso a caer en la sinonimia.
Optimiza tus párrafos
Incluso un párrafo que busca ser estético puede ser optimizado. Con esto me refiero a que no utilices palabras o frases que están implícitas en el texto.
Por ejemplo, en los párrafos que te compartí anteriormente, seguramente te diste cuenta que, en lugar de comunicar expositivamente que Pedro es el hermano del narrador, hice que la madre dijera “¡Tienes que ayudar a tu hermano!”. Ese sencillo cambio me ayudó a optimizar el texto, porque ahora en lugar de utilizar una oración entera, solamente necesité dos palabras.
Ese es un ejemplo muy simple, pero seguro que entiendes la idea. ¡El punto es que busques formas de comunicar más eficientemente lo que tu párrafo ya dice!
¡Y eso es todo por ahora! Ojalá este artículo te haya servido y sepas cómo aprovechar el ahorro del lenguaje de ahora en adelante.
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Útil, como siempre.