La ingenuidad como elemento narrativo: ¿qué representa?
La ingenuidad como elemento narrativo: ¿qué representa?
Volviendo a ver muchas películas de Disney con mis hijas, me he dado cuenta que hay un elemento narrativo que se suele utilizar con mucha frecuencia para construir personajes: la ingenuidad.
Esto lo vemos en películas como Buscando a Nemo, La Sirenita, El Rey León y El Jorobado de Notre Dame, y lo cierto es que en todos estos casos la ingenuidad forma parte crucial del arco de uno de los personajes principales y aporta mucho valor narrativo a la narrativa.
Pero ¿por qué? ¿Qué tiene de especial? ¿Qué es exactamente lo que te puede dar la ingenuidad?
Si te interesa descubrirlo, ¡no pares de leer!
¿Qué es la ingenuidad?
La ingenuidad se define la cualidad de una persona que es sincera y abierta, y actúa sin tener en cuenta la posible maldad de los demás o la complejidad del contexto en el que se encuentra.
Las personas ingenuas suelen ser presas fáciles para los manipuladores y los mentirosos, en buena parte porque su propia forma de pensar los traiciona. Al no poder actuar de una forma tan perversa y rebuscada, les cuesta entender que los demás sí puedan.
Aunque no hay un límite de edad para las personas ingenuas, estas tienden a ser jóvenes que apenas están empezando a interactuar con el mundo y no han madurado del todo. Es por eso que la ingenuidad suele formar parte de arcos “coming-of-age” o de identidad.
¿Qué puede aportarle a un personaje?
Como seguro ya te pudiste dar cuenta (o ya suponías), la ingenuidad es una FALLA de personaje y, por lo tanto, es algo que el personaje tarde o temprano debe superar para demostrar su crecimiento a lo largo del relato.
Ahora, como falla, la ingenuidad es genial porque expone al personaje a la complejidad de la vida y le obliga a ajustar su forma de ser. Ya no se trata simplemente de “ayudar a los demás” o “hacer amigos”, sino también de “protegerte de la maldad” y “cuidarte de tus enemigos”.
Dicho esto, la ingenuidad es una de esas fallas de personaje que pueden “superarse mal”, haciendo que un trauma demasiado fuerte haga que el individuo se vaya por completo al otro extremo, quizás prometiendo nunca confiar en nadie otra vez o dejando a un lado su moral por completo.
Independientemente de la ruta que decidas tomar, lo cierto es que la ingenuidad es un componente genial para darle vida a ese viaje, ya que hace que el personaje se vea obligado a cambiar su forma de entender el mundo y madurar de una forma u otra.
Además de todo eso, la ingenuidad es un vehículo perfecto para crear conflicto en la historia que simultáneamente, le echa la culpa al personaje al mismo tiempo que le da vía libre para quitársela de encima.
¿A qué me refiero?
Bueno, ¿tiene culpa Simba de haberle creído a su tío Scar y ser incapaz de ver la maldad que escondía? Sí, pero al final del día era un niño, es comprensible que tuviera esa debilidad.
¿Tiene culpa Quasimodo al haberse dejado manipular toda su vida por Frollo? Sí, pero eso era todo lo que conocía del mundo desde bebé; no tenía punto de referencia para saber que estaba mal.
Lo que quiero decir es que la ingenuidad es una falla que puede ser muy importante y dramática, pero también te ofrece una vía de salida que puedes aprovechar en cualquier punto de la historia, lo cual facilita muchísimo su inclusión en una obra.
Siempre y cuando el personaje, eventualmente, demuestre que ya no es presa fácil de la maldad (ya sea rebelándose contra ella o rompiendo el velo que permite que lo engañen), su crecimiento y su arco se considerarán prácticamente cumplidos sin restar el impacto emocional que vive la audiencia.
En pocas palabras, este elemento es relativamente fácil de manejar y ofrece payoffs geniales. Si estás empezando a escribir, te puede convenir mucho construir un protagonista ingenuo.
¿Cómo sacarle provecho?
Si quieres tips más aterrizados sobre la ingenuidad y cómo sacarle provecho, deja que te comparta estos tres consejos. ¡Aquí vamos!
Haz que la ingenuidad tenga consecuencias negativas
La ingenuidad no significa nada si el personaje no sufre activamente por ella. Para bien o para mal, la ingenuidad es una falla que solamente se puede quitar a los golpes. Si un personaje la tiene, no hay discurso en el universo que pueda evitar que se aprovechen de él… hasta que no ocurra, el personaje no verá una razón para cambiar.
Obviamente, hay distintos niveles de “castigo” que puede recibir un personaje por su ingenuidad y ahí es donde entra tu talento como escritor, pero el chiste es que ese nivel no puede ser “cero” (a menos que quiera que el elemento en sí tenga el mismo valor).
A su vez, mientras más dramáticas sean las consecuencias de la ingenuidad, más pronunciado debe ser el golpe de realidad que le permite superar esta falla, llegando incluso a crear nuevas fallas de personaje como la obsesión por la venganza o la desconfianza.
Nota: ojo, aquí debes tener cuidado si tu intención es que la ingenuidad sea una característica “eterna” del personaje, como ocurre con personajes como Luffy o Bob Esponja. En estos casos, debes también “premiar” a los personajes por su ingenuidad, de forma tal que su visión del mundo no se vea tan alterado. Claro está, con estos personajes, el impacto temático de la ingenuidad disminuye drásticamente, pero abre la puerta a que se maneje con humor.
No confundas la ingenuidad con bondad
Ahora, un error muy común que cometen los escritores es pensar que los personajes ingenuos son forzosamente aquellos que son buenos y puros de corazón, casi haciendo una conexión entre la ingenuidad y la pureza de espíritu.
Eso es falso. La ingenuidad, como mencioné antes, es una falla y demuestra una falta de madurez y flaqueza de espíritu. El personaje no entiende el mundo ni su complejidad y por eso se “pone de pechito” para que lo hagan sufrir.
La verdadera bondad, la que es madura y sabia, no ignora la maldad del mundo, sino que lucha contra ella para actuar con rectitud.
Además, la ingenuidad puede estar presente en personajes arrogantes y soberbios, como vemos con Kuzco o Sima, quienes en buena medida piensan que tener aduladores es lo mismo que tener amigos o personas que se preocupan por ti.
Entonces, no caigas en la tentación de hacer personajes ingenuos con la intención de que parezcan buenos y morales. ¡No funciona así!
Permite que al personaje le “crezcan dientes”
Una vez que llegue el momento cúspide del arco del personaje, el momento en el que debe demostrar que superó su ingenuidad, la pregunta clave es “¿cómo lo demuestro?”.
Bueno, la mejor forma de expresarlo es diciendo “deja que muestre los dientes”.
El tema con los personajes ingenuos es que no entienden que la interacción con el mundo es una lucha constante y que la comodidad, aunque puede ser bienvenida de vez en cuando, es una ilusión que solo puede mantenerse con el trabajo duro y el rechazo contra las fuerzas del mal, ya sea las que se esconden en nuestro corazón o el de los demás.
Precisamente porque ignora esto, el personaje ingenuo no está listo para defenderse del mundo exterior e, irremediablemente, es arrojado en una situación donde sufre por eso.
El personaje, después de su sorpresa e incredulidad inicial, se ve obligado a lidiar con la realidad del mundo y aprender a luchar contra ella, eventualmente volviéndose alguien “peligroso” en el mejor sentido de la palabra.
En el momento en el que lo hace, ya no es una víctima fácil para los malvados, sino un héroe con la capacidad de plantarles cara.
En pocas palabras, asegúrate que el clímax de la historia le permite al personaje demostrar lo mucho que ha cambiado a través de un conflicto o enfrentamiento que le lleve a despertar ese lado de su persona.
¡Y con esto llegamos al final! Espero que el artículo te haya resultado interesante y tengas una mejor idea de cómo funciona la ingenuidad como elemento narrativo.
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