Valor artístico: ¿se puede medir?

Valor artístico: ¿se puede medir?

Valor artístico: ¿se puede medir?

Si tienes tiempo leyendo mi blog, seguro me has escuchado utilizar la frase “valor artístico” más de una vez, pero hace poco caí en cuenta que esto es probablemente muy vago para muchos de mis lectores.

Después de todo, se supone que el arte es algo incuantificable y enteramente subjetivo, ¿no es así? Entonces, ¿cómo podría tener sentido hablar sobre darle valor al arte de una obra?

Admito que este es un término muy mío, pero lo empecé a utilizar precisamente porque me ha ayudado a analizar historias de una manera más consistente e imparcial, haciendo que sea más difícil (no imposible) caer en las trampas simbólicas y en la arrogancia intelectual.

Entonces, con la esperanza de que tú también le encuentres un uso, ¡deja que te hable a fondo sobre el tema!

¿A qué me refiero con “valor artístico”?

El valor artístico de una obra es el nivel de profundidad exploratoria que una historia dedica a su temática o temáticas.

Esto no significa que mientras más controversial, madura o compleja sea una temática más valor artístico tendrá la historia, sino que dependiendo de cómo cada uno de los elementos narrativos se manejen estos pueden sumar, quitar o dejar indiferente el potencial impacto de la obra.

Aquí tampoco hablo solamente de “impacto en la audiencia”, sino también social, y no me refiero a cualquier tipo de impacto, sino a uno causado directamente por la historia en sí misma, no los elementos externos que sirven más como mercadotecnia que otra cosa.

Es decir, puede ser que una obra genere “impacto” porque tiene escenas fuertes y controversiales o porque maneja con tan poca inteligencia y astucia aspectos sensibles de la naturaleza humana que la gente se levanta en armas contra ella, pero eso no es lo que buscamos. Esas serían historias con muy poco o cero valor artístico porque su narrativa no es la que habla, sino factores externos que ni siquiera deberían formar parte del diálogo crítico.

Y la razón por la que digo que este impacto no cuenta como valor artístico, es porque el arte verdadero es eterno, y estos elementos distractores, aunque aportan esos 15 minutos de fama, son efímeros y huecos.

Vamos, ya nadie se acuerda de Cuties o de 13 Reasons Why a pesar de que son relativamente recientes. Los elementos narrativos que las podían inmortalizar no están presentes; lo único que hay es controversia y temáticas trabajadas superficialmente.

Si aplicas el concepto de “valor artístico” en tus análisis, no caerás víctima del pseudo-intelectualismo o la posesión ideológica que caracteriza a estas historias; una trampa en la que caen muchísimos críticos y supuestos expertos.

¿Se puede medir?

Sí… y no. Está claro que no le puedes aportar un número cerrado y objetivo al valor artístico de una historia, pero está claro que se puede medir de alguna forma.

¿Cómo lo sé? Bueno, porque estoy seguro que para ti es innegable que Los Hermanos Karamazov y Sabrina la Bruja Adolescente están en niveles completamente distintos de valor artístico.

Es decir, quizás no podemos decir numéricamente exactamente qué tan superior es la primera obra sobre la segunda, pero el hecho de que existe tal cosa como un estándar fácilmente identificable nos indica que no todo es subjetivo aquí.

Recuerda que cuando hablamos de valor artístico no estamos hablando de qué tanto “nos gustó una historia”, sino de qué tanto exploró los elementos narrativos que presentó.

Si trabajó la religión, ¿exploró tanto su lado virtuoso como su lado corrupto?

Si trabajó la compasión, ¿exploró tanto su cualidad altruista como sus tendencias tóxicas y alcahuetas?

Si trabajó la guerra, ¿exploró tanto la brutalidad y crueldad que crea así como la forma en la que invita al heroísmo y sacrificio?

Dependiendo de lo que muestre la historia, entonces puedes concluir cuatro cosas:

  • La exploración suma a la temática central de la obra: cuando ayuda a fortalecerla y dotarla de complejidad. Esto es positivo.
  • La exploración contradice la temática o no aporta nada central de la obra: cuando el elemento termina siendo incongruente con el mensaje central de la historia o simplemente no tiene nada que ver. Esto es negativo.
  • La falta de exploración detrae de la temática central de la obra: cuando un elemento que es indispensable para la temática se ignora o se explora superficialmente. Esto es negativo.
  • La falta de exploración es irrelevante para la temática central de la obra: porque no existe obra que pueda explorar TODO, es normal que ciertos elementos se ignoren a favor de aquellos que sí importan; por ejemplo, una historia que muestra la compasión en algún punto, no necesariamente está enfocada en ella lo suficiente como para justificar dedicarle tiempo a la exploración del concepto. Esto ni quita ni suma.

Con estos parámetros puedes empezar a determinar qué elementos apoyan a una historia y eventualmente llegar a una conclusión que sopese lo que encontraste.

Por supuesto, aquí es donde el concepto ya no se vuelve infalible, porque sigue dependiendo de tu visión subjetiva del mundo, pero el hecho de que no sea perfecto no significa que no tenga utilidad.

El punto es que tengas una estructura que te ayude a diferenciar las obras verdaderamente profundas y artísticas de aquellas que pretenden serlo.

¡Espero que te sirva!

Ojalá esto te ayude a evaluar tus historias y aquellas a las que te expones, o que en el peor de los casos te sirva para entender mejor a qué me refiero cuando digo “valor artístico” en artículos futuros.

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