La muerte del autor: ¿qué es?
La muerte del autor: ¿qué es y por qué es interesante conocer el concepto?
Si tienes ganas de explorar una idea filosófica sobra los proyectos artísticos, pocas resultarán tan apasionantes y complicadas como el de la muerte del autor.
La realidad es que podríamos pasar décadas hablando sin parar de esta idea, tratando de darle una respuesta definitiva, y es muy probable que jamás seamos capaces encontrarla.
¡Sigue leyendo y descubre a qué me refiero!
¿Qué es la muerte del autor?
La muerte del autor es un concepto que se popularizó gracias al crítico literario francés Rolan Barthes con un ensayo que tituló con “Death of the Author” una traducción literal de la frase que da nombre a este artículo.
En este ensayo, Barthes argumentó contra la práctica de criticar trabajos literarios incluyendo las intenciones y contexto social y biográfico de los autores, considerando estos puntos completamente desapegados del trabajo artístico en sí.
Ese de por sí es un diálogo interesante, pero con el tiempo el concepto de la muerte del autor se ha utilizado para discutir si la vida de un artista debería afectar la forma en que experimentamos dicho arte y si el hecho de que disfrutemos cierto tipo de arte, de alguna forma representa un apoyo hacia las ideas de quién la creó.
Por ejemplo, imagínate vas a un museo y ves una pintura realmente hermosa, llena de toques artísticos sutiles, con un paisaje conmovedor y precioso lleno de personas hermosas y felices conviviendo en armonía. Al verla, casi se te salen las lágrimas y sientes que estás en un lugar mejor.
Emocionado, te diriges al director del museo y le pides que te venda una réplica de la pintura para así poder admirarla todos los días. Él accede, pero, cuando estás por pagar, te das cuenta que el nombre del autor es Adolf Hitler y la pintura se llama “Un mundo sin judíos”.
¡Ajá! Seguro que ya capté tu atención.
Alguien a favor de la idea de la muerte del autor, te diría que eso no importa, que las intenciones ni la vida del pintor genocida del cuadro, en realidad no vienen al caso; que solo lo que está presente en la pieza en sí (armonía, belleza, paz) es lo que importa.
Por otro lado, alguien que cree que la muerte del autor es un concepto errado, te diría que no puedes comprar la pintura porque eso sería equivalente a estar de acuerdo con las ideas del creador y apoyar sus acciones inmorales.
Pero ¿cuál de los dos tiene razón?
¿Puede separarse al artista de su arte?
¡Uff, esta es una pregunta muy apasionante! Para empezar, ¿es siquiera posible? Si el escritor de tu libro o tu película favorita resultara ser un asesino serial que ha matado a cientos de niños, ¿realmente serías capaz de ignorar esta información y disfrutar su arte como si nada?
Lo más probable es que no, pero al mismo tiempo, las acciones que este autor cometió fuera no disminuyen la calidad del producto artístico que consumiste ni tampoco remueven de ahí los elementos que disfrutaste en él.
Y para meterle todavía más leña al fuego, ¿qué sucede si el significado de algunos de esos elementos, de repente cambia cuanto te enteras de las actividades “extracurriculares” del creador? Por ejemplo, si en la historia uno de los personajes dice algo como “matar solo es algo malo en determinados contextos; en realidad, también puede ser una causa justa”, ¿acaso eso debería ser algo que interpretas según el contexto de la historia en que se menciona o como una demostración de la mentalidad retorcida del escritor?
Pues, como te podrás imaginar, no hay una respuesta definitiva para esto. Al final del día, esto es algo que se reduce a la opinión subjetiva y el nivel de tolerancia de cada quien. Puede haber personas que sean capaces de perdonar ciertos comportamientos de los autores, otras que prefieren actuar como que no existen dado que el producto en sí les gusta demasiado o personas que evalúan una pieza artística de acuerdo a la filosofía de vida de su autor.
La realidad es que ninguno de estos puntos de vista está completamente errado, pero ninguno tiene completamente la razón. Es cierto que las ideas e intenciones de un autor afectarán la clase de símbolos y temáticas que maneja una historia, pero también es cierto que el arte es capaz de trascender a su creador y convertirse en algo más.
Además, así como el arte es, hasta cierto punto, una extensión del artista que la desarrolló, también es cierto que una vez que sale de él o ella le pertenece al mundo; y tiene el potencial de convertirse en una extensión de nuestra propia sociedad que usa dicho arte para aprender algo nuevo que quizás el autor nunca ideó.
Algo así como el hecho de que el libro Mein Kampf de Hitler, ha sido analizado precisamente para entender cómo funciona la mente de un fanático genocida. Si ignoráramos por completo la muerte del autor, entonces es probable que hubiéramos quemado todos estos ejemplares e impedido que la gente los leyera por miedo a que adquirieran las creencias de Hitler, en lugar de utilizar este material para descubrir un poco más sobre el lado oscuro de los seres humanos.
En mi opinión, es por esto que la muerte del autor no puede considerarse como un principio absolutista, sino algo así como una advertencia para los críticos: aprende a evaluar a una historia por su contenido y deja las intenciones del autor en un segundo plano.
No es que no tenga importancia, pero el problema está en que si vas a medir el arte de acuerdo a los defectos o aciertos de su creador, será muy difícil que puedas evaluar su trabajo de forma objetiva, especialmente porque no sabes la clase de influencia que ese trabajo tendrá dentro de cinco, diez, veinte o cien años en el futuro.
¿Qué significa esto para los escritores?
Lo que esto significa es que debemos intentar ser lo más honestos posible a la hora de trabajar nuestras historias. No debemos forzar nuestras ideas ni filosofías de vida en la narrativa, sino dejar que los personajes se expresen.
Precisamente si el relato contiene una idea con la que te identificas, entonces debes añadir una visión opuesta y darle peso y validez. No la ridiculices ni actúes como que no tiene razón para existir, eso solamente hará que tu historia se vuelva falsa y superficial.
En realidad, es por esto que muchos críticos son incapaces de aplicar la muerte del autor en su sentido más metafórico: no saben distinguir una historia que te hace pensar de una que te dice qué pensar.
¿Qué significa para nosotros como audiencia?
Es común que, cuando escuchamos que una historia reta nuestra forma de pensar, prefiramos ignorarla y, todavía peor, criticarla sin tener ninguna base para hacerlo.
Es algo así como cuando te enteras de que el autor apoya al político que no te gusta o que tiene visiones polémicas sobre un tema social complicado. Si bien puedes formarte tu propia opinión sobre el autor, es importante recordar que su trabajo artístico, si está bien hecho, será justamente una exploración de estos temas, no un sermón que predica lo que piensa.
¿No me crees? Bueno, si has leído 1984, seguramente te sorprenderá muchísimo saber que George Orwell era un ávido socialista. La diferencia entre él y sus colegas, es que George no era ciego a las fallas del sistema que seguía, y sus historias tenían la intención de explorar con honestidad los escenarios que podían corromper y distorsionar su ideología.
Si te quedaras con la idea de que Orwell era socialista y pensarás que, por ende, sus libros son una oda a esta filosofía, estarías cometiendo un error como audiencia y como crítico.
Esto no significa que no haya escritores que proyectan sus ideas en sus obras, simplemente que es importante considerar que NO TODOS lo hacen.
¡Y eso es todo! Espero que este tema te haya resultado interesante. Por supuesto, todavía queda mucho que decir y, como mencioné antes, podríamos seguir discutiendo por mucho tiempo.
Lo que comenté en este artículo es mi opinión y es perfectamente debatible. Si quieres compartir tus ideas sobre el concepto de la muerte del autor, ¡hazlo en los comentarios!
Justo hace un rato leí acerca de este tema. Y me recuerda a esta típica frase de personas que no quieren que su producto sea criticado, “No lo leas y ya”, “No lo veas y ya” “Si no te gusta no lo consumas”. ¿Qué piensas sobre esto? Soy nuevo estudiando la crítica y he visto que que estos comentarios son comunes.
No conocía este concepto de “La muerte del autor” y la verdad sí es una cuestión muy interesante y debatible. ¿Puede la obra separarse de su autor? ¿O viceversa? A mi parecer, si la persona creó algo voluntariamente, se podrá apreciar en su obra una parte de su ser; tal vez algún pensamiento oculto, un deseo no cumplido. Y aunque el autor cambie de perspectiva, siempre estará allí un fragmento de su idiosincrasia. Sin embargo, los prejuicios no deberían ser obstáculo para valorar un producto artístico con objetividad. Porque si vamos a la subjetividad, no sería óptimo confiar ciegamente en una obra solo porque es arte. Tener un juicio propio es algo vital para el ser humano.