Bardo, rompiendo las reglas narrativas ¿Bien o mal?

Bardo, rompiendo las reglas narrativas ¿Bien o mal?

Bardo: cuando rompes las reglas narrativas… y eso te ayuda con tu historia

Este artículo fue escrito por Booker Crow. Un amante de las buenas historias y un escritor que ha quedado finalista en varios concursos y que busca seguir soñando. Puedes encontrar sus escritos en Wattpad y en Ifreddoms. Para recomendaciones de películas y algo de humor, puedes seguirlo en su página de Facebook El Sendero Del Cine. También puedes seguirlo en Facebook y en Twitter.

Cuando se estrenó Bardo, la última película de Alejandro Iñárritu, recibió fuertes críticas negativas  por la gran mayoría de sus espectadores. La verdad, si bien no creía que la película fuera tan mala como la pintaban, me daba curiosidad verla, pero al mismo tiempo tenía miedo de hacerlo.

Así que dejé pasar los meses hasta que no pude resistir la tentación y… debo aceptar que no estaba preparado para ella.

Lo primero que noté fue que ignoraba y rompía conscientemente varias reglas narrativas: como que no hay una sucesión de eventos ordenados que al finalizar muestren una historia clara y concisa, las temáticas que explora son relativamente inconexas, las primeras escenas, y varias más, toman significado hasta muy avanzada la película o parecieran nunca adquirirlo, apenas hay explicaciones para la audiencia a la que constantemente se le exige un alto grado de atención.

¡Vaya! Que con todo eso, entre otras cosas, no me extrañó que la crítica especializada aporreara a la película con tanta sarna, ni que no le haya gustado a la gran mayoría de sus espectadores.

¿Pero entonces Bardo es mala?

La respuesta es algo compleja. Por ejemplo, a mí me encantó; aunque técnicamente, y si hablamos solo de la narrativa: sí es una mala película, o al menos una que incurre en varias faltas. Y aún con todo eso, para mí, es de las mejores películas que he visto recientemente, quizá la mejor.

Sí, no estoy loco. Puede ser confuso, pero déjame explicarte.

Si eres un asiduo del blog, o si en general has intentado aprender alguna forma de arte o narrativa, sabrás que lo primero que se aconseja es conocer las reglas para poder aplicarlas. Porque que una obra siga las reglas (en este caso las narrativas) sirve de guía para saber que va por buen camino. Así, como sociedad nos hemos quedado con la idea de que mientras más complejas sean las reglas que se cumplan y mientras mejor estén incorporadas en una obra (sobre todo en una difícil de entender), será algo así como un reflejo de su calidad. Y esto es correcto hasta cierto punto, pero no lo es siempre, porque a lo largo de la historia nos hemos encontrado con grandes artistas que suelen rompen las reglas y salirse con la suya.

Esta película es un claro ejemplo de ello, aunque puede que haya de esperar algunos años para que las personas le agarren cariño; como a muchas grandes películas que ahora consideramos de culto.

Sé que puede ser confuso que te diga que esta es una mala película y que al mismo tiempo me fascine; y es que me refiero a que solo es una mala película si la medimos en base a que tan bien sigue las reglas narrativas, porque como ya lo dije al principio: Iñárritu las rompe conscientemente.

Bueno, comencemos por el principio.

Las bases

Entendamos como reglas narrativas a todas aquellas que definen la estructura básica donde los símbolos, los personajes, la temática, la trama y demás elementos se unen para dar forma a una historia. Dicho de otro modo, las reglas narrativas son aquellas que nos permiten unir todas las partes de una historia para que estas puedan convivir y fusionarse de forma coherente para crear una historia, de tal forma que pueda ser disfrutada y comprendida por aquellos a quienes se les presente.

Con eso en mente y después de terminar la película, me quedó claro que no había una trama ordenada, que había tres temáticas diferentes, aparentemente inconexas, y que muchas cosas quedaban al aire porque era muy difícil para mí, como espectador, descifrarlas y entenderlas al momento. Aun así, todo el tiempo pude sentir lo que la película quería que sintiera; y eso incluye la confusión.

Y es que eso se logra porque Iñárritu se salta las reglas más superficiales, esas que la mayoría reconoce y puede descifrar, para mantener las importantes y potenciar las emociones que quería transmitir.

Hablo de que sus personajes se sienten vivos, se desarrollan, nunca pierden agencia, y en todo momento conocemos sus motivaciones, sus miedos, sus debilidades y sus fortalezas.

La ruta narrativa no es nada clara, trabajando las partes de la historia en lo que podríamos llamar segmentos aislados, pero las cosas que van pasando van sumando de a poco, y un poco en desorden, para evolucionar a nuestro protagonista y a los personajes secundarios. Terminado en una historia que no cae en las improvisaciones ni en las conveniencias. Algo que ya es muy difícil de lograr con una ruta narrativa lineal y convencional.

Así que ligando fuertemente toda la historia a las vivencias y sentimientos de los personajes, la lógica interna se mantiene en todo momento. Aunque esto requiere un esfuerzo considerable por parte espectador, que si se distrae o no es capaz de captar la importancia de alguna escena o dialogo, podría perderse entre los simbolismos de la historia.

Y siendo justos, si eso pasa no sería culpa del espectador, sería culpa de la película. Porque sí, la película puede hacerse pesada, sobre todo los primeros treinta minutos, pues es hasta pasada esa marca que comenzamos a vislumbrar un norte en la historia. 

Ya que estamos hablando de los símbolos, estos funcionan hasta que se ven dentro de un todo, y quizá no entendamos el por qué, pero funcionan.

Un buen ejemplo de esto es la primera escena: donde presenciamos el nacimiento de Mateo, quien decide que el mundo es un lugar horrible y como no quiere vivir en él, regresa al vientre de su madre que es la esposa de Silverio, nuestro protagonista.

Sí, es justo lo que estás pensando, primero un nacimiento y luego lo mismo pero a la inversa.

Lo siguiente que sabemos de Mateo es que, después de una escena muy bonita en términos de lenguaje cinematográfico, aparece nuevamente mientras se asoma desde la vagina de su madre, para que luego Silverio lo ayude a volver a entrar y se quede pensando en el motivo de que su hijo  aparezca tan de la nada. Sí, esas dos escenas de Mateo son las más raras de la película, pero al final comprenderemos el simbolismo detrás de ellas.

Para ese entonces ya habrán pasado más de treinta minutos de película y sobre Mateo hemos visto tres minutos. Y solo entenderemos la primera escena, la de su nacimiento, a través de una conversación de nuestro protagonista con su madre y luego con otra conversación que tendrá con su hija.

Aprovechando que estamos hablando de estas escenas, cuando Silverio está hablando con su madre o con su hija, lo que está haciendo es explorando temas completamente ajenos a Mateo, pero al mismo tiempo, que resuelva esos temas con otras personas termina cerrando los conflictos alrededor de Mateo.

Lo que quiero decir es que hay muchas escenas en las que se avanza algo en la superficie y al mismo tiempo se está explorando cosa otra por debajo. Y es esta forma de narrar la que hace que aparentemente muchas cosas no tengan sentido en nuestra mente, aunque si las tengan dentro de la película.

La razón de que sea una mala práctica narrativa se debe a que el espectador puede no comprender muchas cosas y por consiguiente pensar que la película hila mal su progreso, resolviendo los conflictos de la nada. Cosa que no sería cierta, porque bajo la lógica interna de la película hay una construcción y una evolución en los personajes.

Para dejarlo más claro y para que veas que Inárritu sabe lo que hace y que no estoy loco, recurriré a espoilear la parte de Mateo que, aunque importante, es una muy pequeña.  

Cuando Silverio habla con su madre esta nos deja claro que Mateo estaba muerto. Luego cuando Silverio habla con su hija, la parte que nos importa y que de hecho es también la que cierra el arco de la hija con su padre, es que está le dice a Silverio que aunque los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos, lo que los padres consideran lo mejor no es necesariamente lo mejor para los hijos. Esta frase es muy idiosincrática en el contexto en el que se dice dentro de la película, y podríamos explayarnos hablando de ella,  porque la escena es una crítica al país, a los padres, a los hijos, refuerza y explora el vínculo familiar entre Silverio y su hija, etc. Pero como no quiero hacer esto más largo vayamos al grano.

Al Silverio escuchar esa frase, refuerza la relación con su hija y también resuelve lo referente a Mateo. Cuando juntamos las piezas y armamos el rompecabezas en nuestra mente, resulta que Mateo murió siendo un bebé, pero Silverio siempre quiso lo mejor para su hijo. ¿Y qué es lo que Silverio consideraba lo mejor para Mateo? Que viviera, él le deseaba la vida. Así que mantenerlo dentro del vientre de su madre era su forma simbólica de mantenerlo vivo. Y resulta que lo que en realidad era lo mejor para Mateo, era respetar su decisión de no querer vivir en este mundo. Así, en otra escena, toda la familia despide a Mateo y lo dejan ir.  

Y si cada vez que se mencionaba a Mateo no captábamos las piezas del rompecabezas y lo íbamos armando, la escena en la que lo despiden nos pudiera parecer sacada de la nada.

Así es toda la película.

Pero si ya quedamos de acuerdo en que está es una forma inconveniente de narrar:

¿Por qué considero que la película es buena?

 Fácil. Por dos razones.

1. Se experimenta con la narrativa, pero no con el lenguaje cinematográfico

A sabiendas de que la historia iba a parecerle confusa a la gran mayoría de las personas, Inárritu buscó que si no entendías la narrativa pudieras disfrutar su otra parte, vaya, que todo te entrará por los ojos. ¡Y sí qué lo logró!

Quiero destacar la secuencia de la batalla en el palacio nacional, o cuando Silverio persigue a su esposa a través de la casa, o cuando escala la pirámide de cadáveres después de descubrir a los dioses aztecas muertos. Es que toda la película destila belleza y personalidad.

2. La película es exactamente como se quería que fuera

Si recordamos un artículo anterior que habla sobre cuándo y por qué romper las reglas narrativas, nos encontraremos con que los grandes clásicos de la literatura lo hicieron porque querían potenciar los aspectos de sus historias que más les interesaba trabajar.

En este caso, Inárritu lo hizo.

La película es exactamente a como la imaginó en su cabeza. Esto podemos comprobarlo cuando Silverio discute con su amigo. El amigo le reclama todo lo que nosotros podríamos reclamarle a Bardo y lo que Silverio responde es que ya no quería hacer documentales para expresar lo que pensaba, por una vez quería hacerlo para expresar lo que sentía. Porque sí, Silverio es un documentalista como Iñárritu es un director de cine.

Con esa escena nos queda claro que la película también es una auto inserción de su director, que además está rompiendo la cuarta pared de una forma bastante creativa, y que esas y todas las demás malas prácticas narrativas fueron puestas de forma consiente; y como se está consiente de ellas se logra darles la vuelta, o de alguna forma sacarles provecho para cumplir con la visión del director.

Otra pista de que la película es confusa a propósito la comprobamos con la siguiente frase, creo que también la dijo Silverio: “la vida no es más que una pequeña serie de eventos sin sentido”. Dándonos a entender que el hilo narrativo que se quiso seguir, fue uno parecido al de la vida.

Ahora, y por el motivo que escribí este artículo, es que aunque creo que Bardo es maravillosa en todos sentidos, si su decisión de romper las reglas fue o no acertada dependerá de si las personas le dan, o no, otra oportunidad en el futuro.

Y elegí Bardo porque me apreció un ejemplo perfecto de como romper las reglas y que aun así la historia se vea penalizada. Porque el fin primero de una historia es agradar a su autor, pero el último es llegar y quedarse con las personas. Algo que como escritores debemos tener en cuenta si en algún momento decidimos experimentar con la narrativa.

Aunque como ya vimos se requiere un altísimo nivel y un talento excepcional para lograrlo.

En conclusión: la película no es para cualquiera y no deberías sentirte culpable si no te gusta. Aunque si por alguna razón, como es mi caso, llegas a conectar con ella, te encontraras con una obra sumamente emocional. Solo dale 40 minutos de tu vida, después de eso sabrás si la historia es para ti o no.

Si decides darle una oportunidad, o si después de verla necesitas alguna explicación, o quieres que haga otro artículo explicando sus tres líneas temáticas, o lo que sea, déjame saberlo en los comentarios.

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