Experiencia personal: cómo afecta a los escritores

Experiencia personal: cómo afecta a los escritores

Experiencia personal: cómo afecta a los escritores

El otro día estaba conversando con un amigo sobre escritores y, por alguna razón, empezamos a hablar de “niños prodigio”. En algún punto, recordé que en algún lado había leído que Mozart había compuesto su primera sinfonía a los ocho años y se lo comenté a mi amigo (aunque se salía un poco del tema).

Él se me quedó viendo con los ojos abiertos como platos por un segundo y se remitió a decir: “no puede ser, es que no te puedo creer. Me niego”. Rápidamente, comprobamos con Google que efectivamente era cierto: Wolfgang Amadeus Mozart escribió su primera sinfonía a los ocho años.

Traigo esto a colación porque, después de la revelación, mi amigo se quedó pensativo y me dijo: “es que no entiendo cómo, yo pensaba que los artistas se hacían buenos gracias a lo que experimentaban en sus vidas”.

Si bien es cierto que esta creencia suya no es del todo cierta, me llamó mucho la atención que eso fuera lo que le extrañara. La verdad, es que tiene razón. Hasta cierto punto, el hecho de que un niño de ocho años pudiera componer algo con esa complejidad sin tener alguna experiencia personal que lo impulsara, era bastante extraño.

Claro está, estábamos hablando de Mozart, no de cualquier artista ni de cualquier niño, pero no deja de ser llamativo. Después de todo, sería difícil decir que otros talentosos y exitosos artistas son menos “prodigiosos” porque necesitaron experiencias particulares para explotar su talento.

Estuve pensando mucho en eso y al final decidí escribir un artículo al respecto. Una forma de determinar exactamente cómo las experiencias personales afectan a los escritores (ya que mi área es la escritura y lo demás no se me da mucho).

Si te interesa conocer más al respecto, ¡sigue leyendo!

Les da algo por lo que escribir

Una de las cosas que más me llamó la atención cuando leí Rebelión en la Granja de George Orwell fue la pequeña biografía en forma de epílogo que venía al final del libro.

La novela me encantó, por supuesto, pero creo que la biografía me dejó una marca más grabada porque de repente entendí el propósito del libro, por lo menos hasta cierto punto.

¿Sabías que Orwell era un ávido socialista? Quizás ya lo habías escuchado antes, pero estoy seguro que si solo has leído sus obras, esto probablemente te sorprenda. Después de todo, algunas de sus novelas pueden ser perfectamente usadas como duras críticas a la posición socialista/comunista.

La cuestión es que Orwell era una persona sumamente crítica, incluso con sus propias opiniones, y su participación en la Guerra Civil Española, donde presenció varias atrocidades del stalinismo, le hizo aborrecer lo que la Rusia Soviética representaba.

Esto no es algo tan sencillo como podrás pensar. En el mismo prólogo del libro, George cuenta lo difícil que resultó que alguien quisiera publicar la novela en Inglaterra porque la cúpula intelectual del país tenía una regla no escrita en contra de criticar el comunismo.

Es decir, Orwell tenía buenas razones para nunca publicar ese libro o siquiera escribirlo, pero lo hizo. En buena parte, yo atribuyo sus razones (sin saber realmente si tengo razón, obviamente) al hecho de que sus experiencias personales lo impulsaban.

Creo que eso es lo que le da tanta alma a Rebelión en la Granja: no es una simple sátira a la revolución bolchevique, sino que tiene impresa entre sus letras los sentimientos y la vida de un ser humano.

Sin esas experiencias, el libro sería tan distinto que sería lo mismo que nunca hubiera existido.

Les permite darle forma a sus ideas

Una de las cosas más interesantes que he visto en los grandes escritores ingleses que les tocó vivir la Segunda Guerra Mundial (o la primera en algunos casos) es que sus libros siempre tienen algo que ver con ella, aunque sea de una forma metafórica.

Esto tiene mucho sentido y quizás parezca una obviedad para muchos (después de todo, ¿cómo ibas a escribir algo en esa época sin por lo menos tener, aunque sea en el subconsciente, pensamientos sobre la guerra?), pero no creo que sea tan simple. Como mencioné en mi artículo sobre los símbolos en las historias de fantasía, los artistas también escriben en parte porque ellos mismos no entienden lo que está pasando por sus cabezas.

Hacen representaciones ficticias o semificticias de la realidad con la esperanza de que eso les ayude a entender lo que su propio corazón les está diciendo. Dicho esto, creo que la escritura por sí sola no es suficiente, sino que es necesario vivir.

Una cosa son las representaciones metafóricas y simbólicas que hace tu mente, y otra muy distinta son las demostraciones brutalmente claras y literales que puede darte la vida. Es por algo que cuando viajas sientes que eres libre: tu mente se expande con cada nueva experiencia.

En pocas palabras, un escritor no solo necesita una mente privilegiada para hacer metáforas, sino que necesita ser miembro activo de su vida para poder construir historias que genuinamente tengan ideas profundas y significativas.

Le da veracidad y vida a sus historias

Realmente, me cuesta mucho pensar que alguien puede escribir algo en lo que no cree. Bueno, eso no es exactamente cierto. Después de todo, las personas escriben cosas en las que no creen todos los días. Por algo hay tantas películas malas en Hollywood y libros ridículos en las estanterías.

Pero para mí, eso no es escribir, es simplemente poner letras una antes de la otra y hacer una especie de propaganda barata. Llámale como quieras, realmente no importa, el punto es que no es lo mismo leer a Meyer que leer a Rowling, a pesar de que ambas escriben para el mismo género.

Mi problema con la saga de Twilight es que siempre sentí que los dramas se creaban y desaparecían ficticiamente. Los personajes eran conductos de diálogos y exposición sin formar parte activa de la historia, eso incluyendo a los protagonistas.

Quizás estoy siendo muy duro con Meyer, pero creo que, en parte, su escritura no es profunda porque ella no ha vivido experiencias que la marquen fuertemente o no es lo suficientemente honesta en sus libros para transmitir esas experiencias.

No estoy tratando de caerle encima ni nada por el estilo, no me malentiendas, pero esto se me hace particularmente llamativo cuando comparo sus historias con las de alguien que sí que la pasó mal y que supo ser muy honesta en su escritura (en su momento): J.K Rowling.

Ahora, Rowling no es la mejor escritora, sus historias no son perfectas y, en algunos casos, dejan mucho que desear, pero los libros de Harry Potter son genuinos, especialmente los tres primeros.

Hay personajes que representan realidades tan poderosas y trágicas, como Dumbledore, Snape, Lupin o el mismo Harry, que no puedes evitar sentir que hay algo especial ahí; cada vez que tomas una novela de Harry Potter te introduces un poco más en la vida y la mente de J.K Rowling.

Incluso en criaturas como los testrals y los dementores están impresas ideas bastante personales e íntimas que te hacen sentir que hay alguien afuera que te entiende de una manera muy profunda, casi como si te leyera el pensamiento. Esto es especialmente cierto si has tenido experiencias similares a las que hicieron que Rowling pensara en esos monstruos.

De cierta forma, lo que vivió Rowling le dio una ventaja por encima de muchos escritores y creo que eso, te guste o no te guste su trabajo, fue lo que hizo que sus historias resonaran con tantas personas.

¡Y listo! Probablemente hay más que decir sobre este tema, pero creo que he cubierto lo más importante.

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