La decisión como elemento narrativo

La decisión como elemento narrativo

La decisión como elemento narrativo

Muchas de las historias más populares del mundo, como Matrix y Harry Potter, se enfocan fuertemente en un elemento particular de la vida humana: la decisión.

No es extraño que varias culturas del mundo consideren que la calidad ética de una persona se basa en las decisiones que toma en el día a día; de hecho, bastantes guerras y protestas hemos realizado para darle a otros o conseguir para nosotros mismos la opción de elegir por nuestra cuenta.

Dicho de otra forma, la decisión es un elemento que se ata directamente con la libertad y la consciencia, y de forma indirecta con la moralidad y la ética.

Debido a esa complejidad, no es extraño que los escritores se hayan dado la tarea de explorar ese concepto en sus historias. Si te interesa aprender más sobre el tema, ¡sigue leyendo!

¿Qué representa?

Desde el punto de vista narrativo, la decisión no es un elemento que representa algo en sí mismo, sino algo que permite establecer algo sobre un personaje, ya sea un aspecto crucial de su personalidad, una falla o una evolución en su arco.

La decisión en la práctica termina siendo más una herramienta, pero eso no significa que no tenga también mucho impacto simbólico en la temática.

Esto es particularmente cierto en historias que procuran manejar el concepto del “hombre contra el destino” donde la misma naturaleza de tomar una decisión se pone en cuestionamiento, haciendo que la audiencia se pregunte si realmente existe la opción de elegir o nuestras acciones están predeterminadas por una fuerza mayor.

Eso sería en el sentido temático general, pero cabe destacar que la decisión en sí que elige el personaje tiene un significado particular adecuado a la idiosincrasia de la historia.

Es decir, si tu héroe, solo para demostrar la fuerza de su voluntad, decide cometer un acto atroz para rechazar su destino, afectará de una forma distinta a la historia a diferencia de si decide cambiar su rumbo malvado hacia algo positivo.

En ambos casos se está cuestionando la estructura de la realidad del universo narrativo, pero se están diciendo cosas distintas: el primero expone la crueldad de la libertad y de la rebeldía humana; el segundo, habla sobre la capacidad de redención del hombre.

Este dinamismo, además de que permite añadir idiosincrasia y conflicto a la historia, también hace que los personajes se sientan más reales y autónomos. ¡Es por eso que debes procurar darle peso a las decisiones de los actores de tu obra!

¿Cómo darle peso temático y narrativo?

Ahora la pregunta es “¿cómo les doy peso?”. ¡Aquí te van algunos tips que te servirán!

La decisión debe trabajarse a lo largo de la historia

Obviamente, aquí no estoy hablando de cualquier decisión, sino de aquella que te interesa que marque una pauta en la historia.

Ya sea que el personaje decidió desobedecer a sus padres, sacrificarse por un amigo, cometer un crimen, etcétera, el punto es que esta elección tenga consecuencias positivas y negativas que ponen en manifiesto un antes y después para el personaje.

Mientras más lo trabajes a lo largo de la historia, más impactante y profunda se volverá la decisión desde el punto de vista temático y narrativo.

El clímax debe girar en torno a una decisión

Hace poco jugué un videojuego con mi esposa llamado Soma (spoilers relativamente pequeños sobre el juego se aproximan) que, honestamente, de miedo tenía muy poco; su verdadero appeal yacía en la historia y la forma en la que te obliga a pensar sobre lo que significa ser persona.

Para hacerte el cuento corto, en el clímax de la historia, el protagonista se topa por casualidad con la oportunidad de derrotar a la criatura que lo ha estado acosando todo el juego casi por error.

Esta construcción es débil por muchas razones, pero una de las principales es que la agencia del personaje fue completamente removida en este punto de la narrativa. Sus decisiones no lo llevaron ahí, sino la coincidencia y eso le quita todo peso al logro que significa esta victoria.

Al final del día, las verdaderas derrotas o logros de tus personajes deben llegar de sus propias decisiones para que tengan impacto narrativo, temático y emocional.

Esto aplica incluso con historias donde, por ejemplo, al héroe se le atribuye equivocadamente un gran logro, como en 10.000 AC donde el protagonista mata por pura suerte una gran bestia y la aldea entera cree que es un increíble cazador merecedor de la mano de la muchacha más importante del pueblo.

Ahí, la victoria o derrota en realidad no está en el hecho (vencer a la bestia), sino en lo que el personaje DECIDE hacer con el malentendido: si comparte la verdad o se aprovecha de la mentira.

¡Espero que así quede todo muy claro!

Se debe explorar el lado bueno y malo de las decisiones

Mucho más seguido de lo que nos gustaría, nos topamos con decisiones que parecen no tener una respuesta concreta. Vamos, hay veces en las que pareciera que no importa que hagas terminarás cometiendo un pecado terrible.

Eso es porque las elecciones más complejas suelen venir con su lista cuantiosa de ventajas y desventajas, y ni siquiera los más sabios son capaces de llenar esa por completo.

Para que las decisiones de tus personajes se sientan reales y poderosas en tu historia, debes procurar que las más importantes tengan ramificaciones positivas y negativas en la trama.

Aquí es donde es importante evitar el clásico “sacrificio falso”, en el que un personaje dice algo como “puedo hacer X cosa para salvarnos a todos, pero me matará”, y de todas formas consigue sobrevivir.

Ahí le estás robando todo el peso a su decisión y arruinando el valor de su sacrificio.

Cuando una decisión importante es tomada, debes permitirle tener efectos positivos y negativos en el contexto del mundo. ¡Así se sentirá real!

¡Y eso es todo! Son pocas cosas que considerar, pero no subestimes la complejidad que tiene trabajar este elemento en una historia.

Recuerda, al final del día, el valor de las decisiones cambia radicalmente según el contexto de tu historia y personajes, y necesitas entender estos elementos a la perfección para que las cosas sean congruentes.

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