La belleza física en las historias: ¿qué tiene de especial?
La belleza física en las historias: ¿qué tiene de especial este elemento?
Para aquellos que no somos tan agraciados, es normal que muchas veces nos preguntemos por qué la belleza física es un elemento tan repetitivo en las historias. ¿Cuál es el afán de que todas las mujeres sean hermosas y todos los hombres altos y atractivos?
¿No encuentras desesperante que, en las películas basadas en historias reales, el actor siempre es infinitamente mejor parecido que la persona en que, supuestamente, se basa? ¡Es ridículo!
¿O lo es? ¿Por qué la belleza aparece con tanta frecuencia en los protagonistas? ¿Es discriminación a los feos o hay algo más? ¿Es algo que deberías agregar a tu obra?
¡Sigue leyendo y descubre la respuesta?
¿Por qué es tan común?
Bueno, como seguramente te podrás imaginar, la principal razón por la que la belleza física aparece con mucha frecuencia en las historias, es porque es mucho más fácil interesarte en alguien bien parecido que alguien que no lo es.
Si has escuchado la expresión “un caramelo para los ojos”, seguramente sabes que ver a alguien guapo siempre es más placentero que observar a alguien feo. Vamos, seguramente te has dado cuenta de que has experimentado eso muy seguido.
Sin embargo, esta no es la única razón. Por lo general, los mismos escritores desarrollan historias porque quieren vivir una fantasía, lo cual hace que se sientan inclinados a construir personajes que tienen cualidades que ellos desearían poseer.
Ahora, todas estas razones son superficiales y si crees que son todo lo que hay, entonces te perderás de un detalle muy importante: existen razones narrativas válidas que DEMANDAN que tu personaje sea bien parecido.
La mentalidad de “voy a poner a alguien feo porque es más fácil relacionarse con él” es falsa. La belleza física o la falta de ella no hará que las personas se identifiquen más con un personaje o menos. Lo que importa es cómo el símbolo se manejó.
¡Hablemos de eso!
¿Necesitas tener personajes bien parecidos?
Como te podrás imaginar si viste El Jorobado de Notre Dame, está más que claro que no necesitas tener protagonistas guapos y sexys para que tu historia tenga éxito y sea atractiva; sin embargo, eso es solo cierto cuando vas más allá de la superficie y dejas de ver a los personajes como si fueran trofeos bonitos (o feos).
Por ejemplo, ¿por qué todas las princesas Disney son hermosas? Pensarías que entre tantas, por lo menos una sería fea. Vamos, ¡es simplemente una posibilidad estadística! Pero la realidad es que tiene sentido que no lo sean, y la razón no es solamente “para vender más juguetes”.
Las princesas en estas historias suelen tener que ir en busca de la aventura o conocer a un príncipe que les cambie la vida. Por eso, cuando las haces hermosas, simplemente estás representando que su problema crucial no está relacionado con algo que no puede cambiar en el exterior, sino algo que está dentro de ella.
De la misma forma, cuando haces la historia de un tipo feo y aburrido, pero que enamora a la mujer más preciosa de la película (algo que siempre sucede en las historias de Adam Sandler), te cuesta demasiado creértela, porque está claro que la mujer puede conseguirse a alguien mejor.
Dicho de otra forma, la belleza física afecta la manera en la que nos vemos a nosotros mismos y la forma en que otros nos ven, es por eso que alguien feo enfrenta retos que los bellos no y viceversa. Si no piensas en esos retos y los consideras en la historia, el símbolo se sentirá falso e incompleto.
Nota: con eso último no estoy diciendo que la belleza física de tu personaje determina con quien participa en una relación romántica, pero sí significa que la clave para que una pareja romántica sea creíble está en que las cualidades redimibles de ambos los hagan compatibles.
¿Cuándo te conviene introducir este elemento en un personaje?
Existen varios elementos que definen si necesitas incluir un personaje hermoso o no, y todos ellos están relacionados con la temática de la historia y el arco del personaje.
Uno de los problemas más grandes de las películas de Hollywood y probablemente la razón por la que se siente ridículo cómo manejan la belleza y la fealdad, es que es muy normal que en historias donde la protagonista es ignorada y tratada como una loser, la actriz que la representa es simplemente una diosa.
Esto sucede con Hermione y Emma Watson en Harry Potter, con Cenicienta y Hillary Duff en A Cinderella Story, con Vilma y Linda Cardenelli en las películas de Scooby Doo.
En todas estas historias, nos quieren hacer creer que el personaje tiene problemas porque no es una persona atractiva, pero cuando la ves no entiendes de qué rayos están hablando.
Lo mismo sucede en historias como Twilight donde la protagonista tiene la autoestima en el hoyo y se siente fea, pero todos se enamoran de ella de inmediato.
En esos casos, la belleza termina siendo un elemento que contradice los símbolos y daña la historia.
Entonces, ¿cuándo conviene incluirla? Bueno, cuando no quieres lidiar con los problemas internos que incluye el sentirse poco atractivo y deseas facilitarle la vida amorosa a tu personaje.
De la misma forma, cuando quieras escribir una historia que gire en torno al narcisismo, es mandatorio que el protagonista sea atractivo para que esté justificada su obsesión. Tal es el caso de historias como Dorian Grey, por ejemplo.
Digamos que es importante que consideres qué es lo que significa para tu personaje ser feo, ¿es algo que le afecta? ¿es algo que le preocupa? Incluso si la respuesta es no, ¿sería algo que afectaría la actitud de los personajes hacia él o ella?
Piensa en estas respuestas y saca tus propias conclusiones.
Después de todo, existe una razón por las que las relaciones amorosas de Austin Powers resultan tan graciosas. Es inevitable reírse de que un tipo con tan poco sex appeal sea presentado como un Adonis igual a James Bond.
Curiosamente, esta película entiende tan bien el concepto de la belleza física en las historias que creó una buena porción de su comedia haciéndole parodia.
¡Y con eso llegamos al final! Espero que ahora te haya quedado más claro el elemento y te sientas más tranquilo o tranquila a la hora de ver historias con pura gente guapa. No siempre es requerido, pero hay razones narrativas que van más allá de la discriminación a los feos.
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