La ira como herramienta narrativa: ¿en qué consiste?

La ira como herramienta narrativa: ¿en qué consiste?

La ira como herramienta narrativa: ¿en qué consiste?

La ira es una emoción muy poderosa que puede dar pie a arcos de personaje e historias asombrosas, pero eso no significa que sea un elemento narrativo que es imposible utilizar mal.

Al contrario, la ira es una de esas emociones que tiene características muy específicas que necesitan estar presentes para que el símbolo sea aprovechado al máximo, ¡y justo de eso hablaremos en este artículo!

¿Cuál es el propósito de la ira?

Para empezar, la ira tiene un propósito muy claro en las historias: producir en el personaje sentimientos de impulsividad y el deseo de pelear.

No hay que confundirlo con la venganza, que es más metódica y lenta, o el odio, que es más malévolo y destructivo. La ira es algo que ciega a los personajes, que los hace cometer actos que no están alineados con su propio sistema de valores.

Por eso es que, cuando vemos un personaje llenarse de ira, nos llega esa sensación de peligro, porque en ese momento es capaz de cualquier cosa, y eso provoca que la historia se sienta incierta y emocionante.

¿Qué representa como símbolo?

La ira, por lo general, suele representar el límite de un personaje, algo que le impide pensar de manera racional y civilizada, y que le obliga a recurrir a sus instintos más animales y violentos.

Por supuesto, esto no significa que un personaje que siente ira necesariamente golpeará a alguien, pero sí significa que tratará de herir a los que lo rodean. Algo así como una madre alcohólica que se enoja consigo misma y le grita cosas horribles a su hijo; o un rey corrupto que humilla a un mendigo porque se cruzó en su camino sin hacerle una reverencia.

La ira es algo del momento, algo que se apodera de nuestro personaje y le hace cometer un acto que debe tener repercusiones en la historia. Es un símbolo que demuestra cuáles son los valores sagrados e inamovibles del personaje, así como la clase de temperamento que tiene y/o su debilidad psicológica.

Por ejemplo, si una historia te presenta un jefe mafioso que se enoja con un secuaz porque le miente y lo ahorca con sus propias manos; te está transmitiendo que el personaje es un sujeto con un retorcido sentido del honor, alguien inestable y violento con el que no es fácil dialogar.

O una historia en la que nuestro protagonista, alguien bueno, bondadoso y amado por todos, estalla en furia y se pone violento al escuchar que su familia ha muerto. En ese momento, el símbolo nos transmite lo importante que era la familia para él, y nos muestra una parte de los aspectos de la vida que para él tienen valor sobre el resto.

¡Todo eso queda clarísimo gracias a la ira! ¡Por eso es un elemento tan útil!

Elementos que le dan sentido y fuerza

Como mencioné antes, existen ciertos elementos que son necesarios para que la ira realmente tenga poder narrativo. No son muchos, pero cada uno es muy importante.

Debe estar justificada

Cuando digo justificada, no me refiero a que puedas excusarla, simplemente me refiero a que tenga sentido con el contexto de lo que sucede y el temperamento del personaje.

Quizás te puede parecer obvio, pero te sorprenderías de la cantidad de historias que he leído donde los personajes tienen reacciones desproporcionadas y su ira se siente tonta y falsa, como que solo está ahí para avanzar la trama.

Si bien puede ser tentador tener personajes que muestran emociones fuertes y dramáticas, es importante entender que la ira debe tener un detonante claro, algo que justifique su existencia y la haga sentir real.

Si esto falla, entonces lo que sucederá es que nadie se la creerá y, por ende, no producirá esa sensación de que “todo puede pasar”, ese sentimiento de que la historia se ha vuelto completamente impredecible de repente.

Debe tener un costo

Como la ira es una emoción espontánea, que tiene poco o cero análisis detrás, lo que realmente le da profundidad es que existan consecuencias negativas por su aparición, algo que muestre que el personaje no estaba del todo en sus cabales.

Para que la ira tenga valor narrativo, necesitas que tenga consecuencias en la trama. De lo contrario es simplemente algo que está ahí y que no tiene ningún tipo de relevancia. Es decir, puedes hacer que tu personaje se enoje y obtenga un power up que lo haga ganar su batalla, pero si después eso no se maneja o tiene una consecuencia en su persona, simplemente fue una conveniencia narrativa, y dependerá de tu lector decidir si la perdona o no.

A veces es tan sencillo como hacer que el personaje sufra un problema de forma inmediata (rompió su relación con alguien que quería o perdió algo que le importaba), y en algunas ocasiones necesitas que forme parte del arco del personaje y esté atado a la temática.

El punto es que debe haber un costo, algo que el personaje tuvo que entregar a cambio de su momento de impulsividad.

La relación con la contraparte debe estar bien construida

La ira es una emoción humana que usualmente descargamos en alguien y la relación que tenemos con esa contraparte es lo que define qué clase de símbolo es.

Por ejemplo, no es lo mismo un hombre que descarga su furia en los sujetos que asesinaron a su hijo, que uno que golpea a su mujer. De la misma forma, no es lo mismo una chica que se corta para vengarse de sus padres, que una esposa frustrada que rompe un plato en el suelo porque no la escuchan.

El problema de que esta relación no quede clara, es que la ira, como elemento narrativo, pierde mucho poder y se vuelve superficial y genérica, como que cualquiera pudo tener la misma reacción, que no hay nada en la historia que lo haga propio.

Si has leído Berserk, seguramente has estado pensando a lo largo de todo este artículo el momento en el que Guts se arranca el brazo de pura rabia cuando su amigo, alguien en quien confiaba, comete un acto atroz frente a él y lastima al amor de su vida.

Lo que hace que ese momento sea tan poderoso, no es lo extrema que es la reacción de Guts, sino la poderosa conexión que tiene con Griffith y la inmensa cantidad de emociones que te transmite ese momento. Entiendes la ira del protagonista a un nivel mucho más profundo, porque el recipiente no es cualquier persona y lo sabes.

Si realmente quieres que esto tenga fuerza en tu historia, necesitas que todos estos elementos estén presentes. ¡No dejes ninguno de lado!

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