Príncipes y princesas: ¿por qué aparecen tan seguido?
Príncipes y princesas: ¿por qué aparecen con tanta frecuencia?
Si te preguntara cuántas historias con príncipes y princesas has visto en tu vida, ¿serías capaz de decirme? Voy a tirar una moneda al aire y asumir que, incluso si pudieras, te tomaría muchísimo tiempo por el simple hecho de que seguro has visto más de un centenar.
Los príncipes y las princesas son, quizás, el elemento narrativo más recurrente que existe, pero creo que hay muy pocos escritores que se pregunten el “porqué”. Si te interesa aprender más al respecto, ¡no pares de leer!
¿Qué representa un príncipe o una princesa?
Los príncipes y las princesas son un elemento narrativo que representa de forma simultánea la belleza, la aspiración por algo más grande que uno mismo y, en muchos casos, el amor como recompensa a una gran hazaña.
Algo interesante es que el rol de un príncipe rara vez se desempeña de la misma forma que el rol de una princesa y es llamativo que un arquetipo tenga diferencias dependiendo del género. Como seguro ya sabes, lo más común es que el príncipe sea una especie de salvador mientras que la princesa sea alguien que merece ser salvada.
Hoy en día se hace mucho ruido al respecto y se acusa a las historias clásicas de ser “sexistas”, pero en realidad lo que están haciendo es aludir a dos experiencias humanas que son similares pero distintas.
La princesa debe ser salvada porque la experiencia masculina, EN GENERAL, gira en torno a algo como “consigue grandes cosas y así podrás merecer a una princesa”; mientras tanto, el príncipe es un salvador porque, EN GENERAL, las mujeres buscan convertirse en algo inalcanzable y encontrar a alguien lo suficientemente valiente y audaz para alcanzarlo de todas formas.
La bondad, generosidad y virtud de Cenicienta la convierten en alguien que solo un príncipe merece.
La valentía y sensatez de Juan sin miedo le permiten merecer a una princesa.
Ahora, la forma más profunda de analizar esto es, como cosa rara, removiendo los géneros y simplemente pensando en las diferencias narrativas entre un arco y otro: en uno, el personaje busca crecer y convertirse en merecedor de algo importante mientras que en el otro el personaje es recompensado por mantenerse firme y virtuoso.
Por ejemplo, el arco de Aladdín invitaba a que su relación con Jazmín fuera más tradicional. Por eso Aladdín salva a Jazmín al final de la historia.
Sin embargo, el arco de Megara invirtió los roles y Hércules es salvado por Meg al final de la historia. Ella es la que debía demostrar que merecía a Hércules, mientras que él, al mantenerse virtuoso, consigue a una mujer que lo merece.
¿Quizás fue este un rodeo demasiado largo para terminar diciendo que el género de los personajes no importa? Tal vez. En realidad, lo que quería exponer es que una historia no es sexista por seguir el modelo tradicional de “príncipe y princesa”, ni tampoco más “igualitaria” cuando lo rompe sin entenderlo para empezar.
Lo que nos interesa como críticos y escritores es que el elemento narrativo cumpla su propósito y añada profundidad a la historia.
¿Por qué son un símbolo tan recurrente en las historias?
Ya expliqué cuál es el punto de los príncipes y las princesas, pero creo que todavía a muchos les quedará la duda de por qué demonios deben aparecer con tanta frecuencia.
Y si no piensas que aparecen con mucha frecuencia, solamente déjame comentarte que si uno de los intereses románticos es establecido como “increíblemente hermoso”, “en una posición social más alta” y “con una brújula moral casi perfecta” de forma simultánea, ¡se trata de un príncipe o de una princesa!
Historias como The Holiday, The Proposal o Wall-E tienen arquetipos de príncipes/princesas en su narrativa, aunque nadie ostente el título.
¡Incluso en Jerry Maguire hicieron que el protagonista perdiera su trabajo para que ella tuviera una posición social superior!
¿Y por qué sucede esto? ¿Por qué lo meten en las historias tan seguido?
Bueno, la cuestión es, justamente, que lo que representan es tan profundo e importante que casi todas las historias lo necesitan o lo podrían aprovechar.
Finalmente, estamos hablando de crecimiento y maduración moral, dos componentes que casi TODOS los arcos narrativos incluyen, siendo los arcos inversos una de las pocas excepciones.
Por esa razón, nunca sientas vergüenza ni reparo al meter este elemento narrativo en tu obra.
¿Deberías incluirlos en tu narrativa?
Ahora, está claro que no todas las historias necesitan príncipes y princesas. El proceso narrativo sería muy aburrido si ese fuera el caso.
La mejor forma de determinar si necesitas este elemento o no en tu historia, es simplemente interpretando el arco que tendrán los personajes que forman parte de la relación romántica.
Si ninguno de los dos aplica como “alguien que quiere convertirse en merecedor” o “alguien que busca un merecedor” (o quizá los dos caen en el mismo equipo), entonces es muy probable que la dinámica de príncipe/princesa no sea lo mejor para tu obra.
Ahora, aunque espero que esto se haya entendido de forma implícita, quiero que quede claro que darle a un personaje el título de “príncipe/princesa”, no lo convierte automáticamente en una representación de este elemento narrativo ni tampoco te obliga a tratarlo como tal.
Como sucede con todos los arquetipos narrativos, no cumple su rol cuando el escritor le pone nombre, sino cuando la narrativa lo maneja con éxito.
Creo que esto ya lo sabías, pero lo pongo por escrito por si acaso.
¡Y listo! Ya llegamos al final del artículo. Espero que te haya resultado interesante y aprendieras al menos una cosa nueva.
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