El héroe: ¿por qué aparece con tanta frecuencia en las historias?
El héroe: ¿por qué aparece con tanta frecuencia en las historias?
El concepto del héroe en las historias es tan común, que hoy en día hasta se utiliza de manera intercambiable con la idea del protagonista, incluso si la trama que explorará lo colocará muy lejos del arquetipo heroico.
Lo curioso es que, incluso si fuéramos a hacer la distinción técnica entre un héroe y un protagonista, la gran mayoría de las historias seguirían aprovechando el primero, y es justo de ese fenómeno de lo que quiero hablar en este artículo.
Si te interesa saber por qué el héroe aparece con tanta frecuencia en las historias, ¡no pares de leer!
¿Qué es un héroe?
Un héroe es una persona que ha realizado alguna proeza extraordinaria que está relacionada con virtudes como el valor y el sacrificio.
Ser un héroe no es nada fácil porque las fallas que tenemos como individuos muchas veces se interponen entre nosotros y lo que es correcto. Por eso, es tan emocionante ver personajes que se enfrenten a esas dificultades y hacen todo lo posible por superarlas.
¿Por qué es tan popular en las historias?
Obviamente, una de las razones es que a la mayoría de las personas les gusta este tipo de personajes y eso, por ende, hace que existan muchos autores que también se sienten atraídos por el arquetipo.
Sin embargo, la realidad es que la gran mayoría de los arcos de personaje, por su misma estructura, convertirán al protagonista en un héroe por mera inercia, ya que casi todos los clímax de las historias obligan al personaje a superar alguna falla interna y demostrar que lo han hecho a través de alguna proeza heroica.
Esta hazaña puede ser tan directa como vencer al monstruo malvado y tan indirecta como decidir no estar con el amor de su vida para protegerla o protegerlo.
Incluso ciertos arcos de personaje donde el protagonista comete actos terribles, entran dentro de esta categoría (como el caso del héroe trágico).
De hecho, en este momento solo se me ocurre como excepción a la regla los arcos invertidos de personaje (Arthur en Joker) o las historias que de plano tienen a un villano (en el sentido moral) como protagonista (Light en Death Note).
Dicho esto, en este momento estoy utilizando la definición narrativa más amplia del héroe, pero creo que tanto tú cómo yo sabemos que hay algo más que eso.
Después de todo, cuando piensas en un héroe vengativo, pero con consciencia moral, lo más probable es que Batman se te venga a la mente, pero, incluso si has leído el Conde de Montecristo, probablemente no pensarás en Edmundo, a pesar de que los personajes tienen muchas similitudes simbólicas entre sí.
Eso es porque hay ciertas características “sobrenaturales” que le pertenecen al héroe. Ya sea una habilidad única y propia o un sentido moral inquebrantable y seguro.
Por eso es más fácil ver a Aquiles como un héroe y no a Walter White aunque ambos son héroes trágicos, o a Aragorn como alguien mucho más heroico que Frodo, aunque este último ejemplifica mejor la lucha contra la tentación que ambos superaron para convertirse en héroes.
Eso lo que nos dice es que, en un sentido más específico, no es cierto que cualquier personaje puede aparecer como un héroe a los ojos de la audiencia. Necesitas que la lucha del protagonista contra el mal tenga una presencia más directa (he ahí por qué muchos héroes pelean) y que este enfrente decisiones morales que tienen un impacto directo en el mundo que lo rodea.
Entender esta distinción es importante, porque el arquetipo del héroe puede ayudarte a presentar momentos increíbles en tu obra. Momentos que inspiran, que emocionan a tu audiencia y le hacen desear ser más de lo que son.
Esas son virtudes que el héroe narrativo no puede conseguir por inercia, mientras que el héroe tradicional sí puede.
¿Cómo crear un héroe genial?
Entonces, ahora que entendemos un poco la diferencia entre el héroe narrativo y el héroe tradicional, hablemos un poco más sobre cómo puedes construir a este último.
¡Sigue leyendo!
Dale un conflicto interno poderoso
Esta es una regla que aplica para la gran mayoría de los arquetipos de personaje, pero en el caso del héroe es todavía más crucial, por el simple hecho de que el nivel de su heroísmo está directamente relacionado con lo difícil que es para él realizar la acción en cuestión.
Por eso es muy significativo cuando alguien como Spiderman detiene un tren arriesgando su vida, pero no es la gran cosa cuando Superman lo hace.
Y no, no lo digo por la diferencia de poder entre un héroe y otro, sino por el conflicto interno que cada uno enfrenta.
En prácticamente todas las iteraciones de Superman, el personaje no solo es perfecto y bueno, sino que las personas de Metrópolis lo adoran por completo. Sus poderes son apreciados por aquellos a los que protege y eso hace que no exista conflicto real a la hora de salir a salvar gente.
En el caso de Spiderman, sucede todo lo contrario. Buena parte de la ciudad lo detesta, y cada vez que hace algo bueno, los medios encuentran la forma de tergiversar lo que pasó. Además, ser Spiderman es un constante problema para Peter Parker, constantemente teniendo que sacrificar su vida amorosa, su progresión profesional y sus interacciones sociales para continuar volando por los tejados con sus telarañas.
Todo ese conflicto interno del personaje y los problemas que sufre, ponen en perspectiva el esfuerzo que está realizando para hacer lo correcto y, cuando arriesga su vida por los demás, tiene un impacto gigantesco en la audiencia.
¡Por eso es crucial que no te olvides de incluir ese conflicto interno!
Permítele crecer
Las Mary Sues son terribles personajes por muchas razones, pero la principal es sin duda el hecho de que, como son perfectas desde el inicio, no tienen capacidad de mejora a lo largo de la trama.
Eso las convierte en personajes planos y aburridos que tienen muy poco que aportar a la historia y, por ende, a la audiencia.
Tus héroes deben ser todo lo contrario. Deben evolucionar a lo largo de la trama, hasta el punto de que al final prácticamente son personas distintas.
Déjalo que se explore a sí mismo, que cuestione su forma de pensar, el camino que ha decidido tomar y que se pregunte si realmente está haciendo lo correcto.
Eso permitirá que la audiencia empatice con él o ella y que entienda que ser un héroe involucra mucho más de lo que parece.
Dale un villano que de verdad lo rete
Una buena regla que puedes seguir a la hora de crear héroes es la siguiente:
“Un héroe es tan bueno como los villanos que enfrenta”.
Obviamente, aquí estoy hablando desde el punto de vista narrativo. Es decir, si quieres que tu héroe sea un personaje profundo y complejo, entonces necesitas un villano que esté a la altura y que lo obligue a mejorar.
Una de las razones por las que el Joker de Heath Ledger es tan memorable, es justamente porque todo lo que hace que Batman sea un gran héroe, no funcionaba con él.
Su naturaleza caótica inutilizaba la mente detectivesca de Batman, su nihilismo impedía que el símbolo del murciélago lo asustara, su inteligencia hacía que la agresividad de Bruce tuviera cero efecto y, para colmo de males, la filosofía de no matar de Batman se mostraba incompleta e insuficiente, porque lo que persigue el Joker no es algo tangible y claro que puede ser detenido, sino que lo que quiere es “ver el mundo arder”.
A lo largo de la trama, constantemente vemos a Bruce hacer lo imposible para ir un paso más delante de su enemigo y ese conflicto es lo que hace que la película sea tan atrapante y amada.
Como mencioné antes, el nivel del heroísmo se mide de acuerdo a lo difícil que es para el héroe ejecutar la hazaña. Entonces, asegúrate de que el villano se lo haga realmente difícil.
Dale convicciones
Si quieres que la audiencia se crea esos momentos en los que tu héroe arriesga su vida, debes asegurarte de que sus convicciones y filosofía de vida están bien establecidas.
Recuerda, no todas las personas tienen una convicción tan grande que estarían dispuestas a morir por ella, y esto no es una crítica, sino una observación de lo raro y complejo que es tener algo así.
Dicho de otra forma, si quieres que tu héroe se sienta como una persona de carne y hueso, debes pasar una buena cantidad de tiempo explorando por qué hace lo que hace, por qué piensa como piensa y cómo sus actitudes heroicas lo empujan a perseguir ese objetivo.
Por supuesto, se vale que tu héroe no tenga convicciones virtuosas al inicio (como un antihéroe), pero el punto es que tu historia poco a poco le aporte algo a lo que aferrarse.
Si no tienes este elemento o lo construyes de una forma demasiado vaga, te quedarás con alguien que se siente falso y aburrido. ¡No lo olvides!
¡Y eso es todo! Ahora sabes casi todo lo que necesitas saber sobre el concepto del héroe y cómo introducir uno genial en tu obra.
Si te gustó este artículo y quieres seguir aprendiendo sobre el arte de construir historias, te encantará este sobre las conveniencias narrativas y cómo evitarlas. ¡Léelo ahora!
No terminé de comprender la diferencia entre ambos tipos de héroes. ¿Es acaso que el tradicional es todo aquel que hace un acto heroico y el narrativo es aquel que se construye para que la personas lo vean como un héroe, ese al que se le dota de esa característica que llamas sobrenatural?
La diferencia es que los héroes tradicionales se enfrentan al mal de manera directa y más “espectacular” por lo que los momentos emocionantes e inspiradores llegan con facilidad, casi por inercia. El héroe tradicional, que no pelea contra el mal de forma directa, sino por medio de su voluntad y virtud, debe ser construido con más cuidado para que la audiencia sea inspirada por él o ella.