La importancia de “vender” tu trama a la audiencia
La importancia de “vender” tu trama a la audiencia
¿Alguna vez has disfrutado una película, una serie o un libro, y cuando piensas un poco en la trama te das cuenta de lo fumada que estaba? Y, en ese caso, ¿te ha pasado que aún así sientes que la historia tiene sentido y no cuenta con errores argumentales groseros?
Pues, si es así, lo que sucedió fue que el autor logró “venderte” la trama, y esa es una de las habilidades que cualquier escritor debe dominar, especialmente si tiene pensado crear giros muy drásticos e inesperados en la historia.
Si quieres aprender más al respecto y descubrir cómo puedes aprovechar este concepto, ¡no pares de leer!
¿A qué me refiero con “vender”?
Cuando hablo de “vender” una trama, me refiero a la acción de presentar los puntos narrativos de forma que la audiencia se deje llevar por lo que ocurre sin que exista una disrupción que la saque de su inmersión.
En el momento que nos exponemos a cualquier tipo de historia, como audiencia estamos inclinados a ofrecer un cierto nivel de suspensión de la incredulidad que, aunque es cierto que esta es en cierto modo subjetiva, puede ser manipulada por el escritor.
Dicho de otra forma, puedes hacer que tu audiencia compre más fácilmente rutas narrativas que en otra obra no apreciarían, y aprender a dominar este arte te puede ayudar a romper algunos de los límites creativos que, de entrada, parece que tu premisa establece.
Por ejemplo, en una serie como Un Show Más, constantemente vemos cómo la trama pasa de ser algo de lo más normal a convertirse en un conflicto que casi no tiene nada que ver con lo que lo causó.
Sin embargo, mientras estamos viendo el episodio parece que todo tiene perfecto sentido; que una cosa llevó a otra y que la evolución del conflicto era simplemente inevitable. Es solo cuando acaba el capítulo y tratamos de resumir la trama que nos damos cuenta de lo desquiciada que fue.
Lo mismo podrías decir con películas como Ace Ventura o la serie de Recreo, y lo interesante es que, por muy inverosímil que sea la trama y su progresión, ninguna posee errores y conveniencias narrativas significativas.
Como audiencia, estas historias te invitan a dejar muy alta tu suspensión de la incredulidad, pero lo hacen de forma tan eficiente que la lógica no te las puede arruinar. ¡De eso se trata “vender” tu trama!
¿Cómo evitar que se convierta en un mal hábito?
Ahora, no quiero que te quede la idea de que TODA idea que se te ocurra se puede vender. Recuerda, las conveniencias narrativas y los plot twist mal ejecutados son realidades de las que te tienes que cuidar, e incluso existen situaciones donde, aunque tu audiencia compre lo que sucedió, eso no significa que el evento en sí sea beneficioso para la historia.
Por esa razón, mi principal consejo para que no abuses de ese concepto y lo conviertas en un mal hábito, es que solo lo utilices (con mucho cuidado) en historias con un tono relajado y humorístico.
Si intentas aprovecharlo en narrativas que se supone deben tomarse a sí mismas muy en serio, terminarás por sacar a la audiencia de la historia y romperás más cosas de las que puedes imaginar.
Esto no significa que no puedes vender tu trama si tu narrativa es relativamente seria (todas las películas de Quentin Tarantino son un ejemplo claro de ello), pero sí que te costará muchísimo más.
¡Tenlo presente!
3 consejos para lograrlo
Bueno, ya dejando de un lado la advertencia, hablemos un poco sobre aquello que necesitas cuidar para que puedas vender las rutas narrativas más locas que se te ocurran.
En general, ¡estos tres consejos te servirán! ¡No te los pierdas!
Respeta el tono de la historia
Como mencioné antes, un autor puede ayudar a la audiencia a establecer una suspensión de la incredulidad que vaya acorde con la clase de historia que piensa contar, y esto lo puede lograr principalmente por el tono narrativo que decide para su obra.
No es lo mismo un giro narrativo ridículo en una película como La Lista de Schindler a uno en una historia como Las Locuras del Emperador. Mientras en uno corres el riesgo de arruinar por completo la atmósfera y la experiencia de la audiencia, en el otro caso esa misma experiencia se eleva y aumenta el disfrute del espectador.
Eso se debe a que la ridiculez forma parte del tono de la segunda película, y esto invita a la audiencia a recibirla con los brazos abiertos sin hacer muchas preguntas. Ojo, no se trata de que el espectador “apague su cerebro”, sino que te compra la idea de que en el contexto de la historia el evento ilógico es perfectamente posible.
Un ejemplo sería Kronk e Izma siendo capaces de encontrar a Kuzco y Pacha porque nuestro adorable hombre musculoso puede hablar con las ardillas. Fácilmente lo podrías catalogar como una conveniencia narrativa y desecharlo, pero eso sería un error, porque el tono de la historia permite esa clase de ruta narrativa.
Entonces, si tu narrativa no cuenta con esta clase de tono, no te conviene pasarle por encima para forzar el punto de la trama que crees necesitar. La realidad es que no podrás venderlo y te quedarás con una narrativa deficiente y de menor calidad.
Es por esto que muchas personas se quejan de que en Batman: The Dark Knight Rises, Nolan no nos explique cómo Bruce logró llegar a Gótica en cuestión de horas después de salir de una prisión en medio de la nada, sin idea de dónde estaba ni recursos para transportarse.
Si bien esto no es un hueco narrativo (porque no beneficia en nada invertir tiempo en mostrar ese trayecto, ya que el arco del personaje estaba prácticamente terminado), sí es una ruta que rompe con el tono realista de la trilogía, y es por eso que se vuelve complicado aceptarlo sin más.
¡Ahí está la importancia de respetar el tono de la obra!
Respeta a los personajes
De la misma forma que el tono es importante, también lo es cuidar que los personajes que forman parte del momento ridículo o se ven afectados por él, se mantengan fieles a su forma de ser.
Una de las primeras cosas que tu audiencia cuestionará cuando los puntos de la trama ponen a prueba su suspensión de la incredulidad, es qué tan probables son basados en lo que saben de los actores del relato, y si la respuesta es “poco o nada”, estás en graves problemas.
Es justo por esto que The Last Jedi recibió tantas quejas por la forma en la que trataron a Luke. Si bien no es, conceptualmente, una mala idea presentar a Luke como un viejo cascarrabias, lo cierto es que la narrativa no respetó lo que el personaje representaba, y eso hace que sea muy difícil para la audiencia aceptarlo.
De por sí esta idea no fue bien ejecutada, pero lo interesante es, que aunque lo hubiera sido, de todas formas sería un punto de conflicto para los fanáticos del personaje, porque es tan contrario a lo que es Luke como símbolo narrativo, que la suspensión de la incredulidad necesita forzarse demasiado para que tenga sentido.
En pocas palabras, desde el momento en el que Rian Johnson optó por este camino, cavó su propia tumba, porque esta puerta narrativa realmente no estaba abierta para el personaje, y por mucho que se esforzara en abrirla, terminaría por abollar el marco que ya estaba.
En pocas palabras, no te tomes libertades creativas si estas amenazan con destruir lo que tus personajes representan. ¡Respétalos!
Justifica todo de forma orgánica
Ojo, no quiero que te quede la impresión de que simplemente por tener un tono suelto y divertido puedes acudir a recursos que no tienen ni pies ni cabeza.
El arte de vender tu trama justamente se trata de ofrecerle a tu audiencia una “nueva lógica” que pueden utilizar para justificar todo lo que sucede. No es que “carece de lógica”, sino que la audiencia está inclinada a utilizar una que sea un poco más flexible.
En pocas palabras, nada te salvará de hacer tu trabajo y justificar narrativamente todo lo que sucede; de mostrar cómo A lleva a B, y cómo B lleva a C.
De hecho, mientras más ridícula sea C, más tiempo debes trabajar el escalamiento del conflicto hasta ese punto, de forma tal que, para cuando llegue, la audiencia sienta que todo fluyó de forma orgánica.
Si no haces esto, entonces disminuirás drásticamente las probabilidades de éxito de tu venta.
¡Y eso es todo! Ahora ya sabes cómo vender tu trama y la importancia de hacerlo.
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