Hombre o mujer: ¿importa el sexo de tu protagonista?
Hombre o mujer: ¿importa el sexo de tu protagonista?
Usualmente no me gusta hablar de temas tan polémicos como este, pero he recibido tantas preguntas sobre si importa el sexo de un protagonista, que creo que vale la pena discutir un poco al respecto.
Antes de empezar, quiero que quede claro que lo que comentaré en este artículo está relacionado con la construcción de historias, no con alguna ideología particular. No me interesa entrar en el ramo político del tema, sino que tú, como lector o escritor, tengas una perspectiva más clara de lo que el sexo de un personaje realmente significa.
Sin más, ¡empecemos!
¿Qué representa el sexo de un personaje?
Responder esta pregunta no es fácil, porque hay historias en las que esto genuinamente no tiene ninguna relevancia, y otras en las que sí.
Por ejemplo, si estás haciendo una historia en los 1800s, sería muy extraño que tu personaje femenino no caiga en los claros roles sociales de la época o sea de alguna forma criticada por rebelarse.
De la misma forma, si tu historia tiene lugar en un mundo medieval, es raro que en el campo de batalla haya la misma cantidad de hombres que mujeres, o que actúes como si fuera el mismo peligro el que corre un hombre rodeado de asesinos y depravados, que el que corre una mujer rodeada de los mismos sujetos.
Estas diferencias son importantes porque son reales. Tú puedes construir tu mundo de forma tal que existan reglas que explican estos cambios, pero si no las tienes es un error esperar que a tu audiencia no le importe.
Pero bueno, tomando todo esto en cuenta y volviendo a la pregunta inicial, lo que representa el sexo de un personaje es, a un nivel superficial, la clase de beneficios e injusticias que puede sufrir por culpa de un elemento que está fuera de su control.
En realidad, esto es algo que también aplica para otras características biológicas como el color de la piel, el país de procedencia, etcétera.
Por esa misma razón, hay historias en las que esto no es un problema, porque esas ventajas y desventajas pueden ser tanto desproporcionadamente distintas como prácticamente nulas.
Entonces, si tu obra pertenece a la primera categoría, es importante que pienses con cuidado a qué sexo pertenece cada personaje y trates de comprender cómo eso afecta su lugar en la historia.
Dicho esto, ten cuidado de no presionar más de lo necesario esta característica de tu personaje porque, incluso en un contexto en el que es importante, no es todo lo que lo define, y si no tienes eso en mente puedes crear personajes cuya principal cualidad es su sexo y nada más.
¿Está mal que uses definiciones sociales sobre los sexos en las historias?
Independientemente de cómo te sientas con respecto a la influencia que la sociedad tiene sobre la forma en la que se define el rol de un hombre y una mujer, lo cierto es que esas definiciones existen y lo más probable es que siempre existan.
Siempre estarán en constante evolución y cambiarán un poco más y un poco menos con los tiempos, pero hay constantes relacionadas con la biología de la que, a nivel general, no podemos escapar.
Eso no quiere decir que tu personaje no puede escaparse de las definiciones sociales y hacer algo propio, sino que está bien si no lo hace.
No tiene nada de malo que coloques una ama de casa, o un padre proveedor, o una mujer emocional y un hombre estoico al punto de la terquedad.
Sí, son clichés basados en ciertos prejuicios sociales, pero también forman parte de la realidad y está bien que tu historia lo refleje.
Siempre y cuando estés tomando en cuenta la backstory de tu personaje, el carácter que tiene y sus debilidades más graves, y trates el tema con cierta honestidad, nadie sentirá que tu obra es política, sino que la apreciarán por su aportación artística.
Recuerda: no importa si eres un lector o un escritor, las historias no deben decirte “qué pensar”, sino “en qué pensar”.
¿Cómo respetar el sexo de tu personaje sin caer en temas políticos?
Para ser honesto, es extraño hacer un artículo sobre este tema, porque desde que empecé a escribir novelas (por allá de los 9 años), jamás le presté mucha atención a los sexos de mis personajes, pero ahora pareciera que hay miles de personas que no piensan en otra cosa.
Lamentablemente, dejarte llevar por esa corriente te estorbará más de lo que te ayudará, y por eso quiero darte algunos tips que te ayudarán a crear personajes increíbles y construir arte, no propaganda.
¡Sigue leyendo!
Aunque el sexo importa, no es la definición central de tu personaje
Míralo de esta forma. Suponte que llego un día y te digo “oye, lector o lectora, fíjate que te quiero presentar a alguien que estoy seguro que te encantará. ¿Puedo organizarte una cita a ciegas?”.
Seguramente, tu primera reacción será decirme algo como “no sé, ¿cómo es esa persona?”. Si mi respuesta fuera “bueno, es un hombre” o “es una mujer”, y luego me doy la vuelta y me voy como si eso fuera suficiente, seguramente te quedarías bastante decepcionado.
Eso es porque ninguna persona sobre la faz de la tierra puede definirse completamente por el sexo que tiene. Ese es uno de los aspectos más superficiales de su ser y, si bien puede significar que enfrentó ciertos retos o obtuvo ciertos beneficios que el otro sexo no vivió, de todas formas, los enfrentó a SU MANERA, con su filosofía de vida, carácter, cualidades y defectos.
Lo que hace a una persona quién es no es lo que trae entre las piernas, si no todas esas pequeñas idiosincrasias y pensamientos únicos que solo ella posee.
Volviendo al ejemplo anterior, si en lugar de decirte el sexo te respondiera con “es una persona divertida, honesta, con un temperamento un poco duro pero apasionado, que le encantan los deportes y los videojuegos”, seguramente te sentirías más conforme, como que de verdad te compartí algo que te ayuda a crear una imagen del individuo en cuestión.
En resumen, nunca veas el sexo de tu personaje como la definición central de tu personaje. Puede ser el catalizador de un conflicto, pero nunca debe ser lo que lo define por encima de todo.
Solo considera su sexo cuando sea relevante
Una de las características de alguien obsesionado con una ideología particular (o de alguien obsesionado con oponérsele) es que constantemente necesita hablar sobre el tema, incluso cuando no es para nada relevante.
¿Alguna vez has visto como los grandes conglomerados mediáticos se las ingenian para hacer tormentas en vasos de agua, generando polémica donde genuinamente no la hay?
Eso es porque cada quién está completamente obsesionado por hacer que su propia perspectiva del mundo gane, y si bien esa puede ser una estrategia muy útil para conseguir clics y mantenerse relevante, no es muy efectiva para crear arte.
Toma por ejemplo una gran película como Changeling, protagonizada por Angelina Jolie. Es incuestionable que una gran parte del conflicto que sufre la protagonista se debe a su sexo y la actitud machista y terrible de las figuras de autoridad, que genuinamente la trataban como si fuera estúpida.
Sin embargo, no todos los hombres en esa película son unos desgraciados machistas, ni tampoco se trata de vender que la cualidad principal de la protagonista es su sexo, sino el profundo amor que siente por su hijo.
Obviamente, su sexo juega un rol y ella y la audiencia se dan cuenta, pero no es que el 90% de las escenas giran en torno a eso. De hecho, la película les da mucho espacio a los personajes para respirar, actuar con agencia y deja que la audiencia los entienda y conozca.
La conversación no se vuelve unilateral y cerrada, sino que se expande en complejidad y profundidad a medida que la temática toma cada vez más sentido.
¡Así es como se hace!
No hagas que el sexo contrario sea irredimible
La vida es complicada y los problemas que experimentan las personas tienen tantas raíces y consecuencias, que es realmente ridículo que trates de ajustar la balanza moral según los genitales de los personajes.
Si lo que te interesa es mostrar a todas las mujeres como harpías manipuladoras o a todos los hombres como trogloditas insensatos e insensibles, mejor vete a Twitter, porque tu historia será incapaz de manejar la problemática con honestidad y, por lo tanto, no solo no será efectiva a la hora de transmitir el mensaje, sino que ese mensaje no será más que una vomitada propagandística, sin una gota de arte.
Quizás ahora te preguntes por qué es importante mantener el lado “artístico” de las historias. Por suerte, la respuesta es sencilla: el valor artístico es lo que añade valor trascendental a las obras creativas; es lo que hace que una simple cadena de sucesos se vuelva un relato que se quedará contigo para siempre.
Por supuesto, a lo mejor esto no te interesa si tu verdadero propósito con la historia es confirmar tu propia visión política o ganar adeptos para tu ideología, pero si estás leyendo este artículo, tengo la sensación de que ese no es tu caso.
No voy a decir que los que hagan lo primero están equivocados y tengan prohibido construir esa clase historias propagandísticas, pero te puedo decir con toda honestidad que no estoy interesado.
A mí denme personajes interesantes y complejos. Pueden ser de todos los sexos, procedencias y gustos, pero con que tengan esas dos características, créeme que me doy por sentado.
¡Y ya con eso acabamos! Sin embargo, entiendo que hay muchas opiniones sobre este tema y me gustaría escuchar las tuyas.
Está muy bien que estés en desacuerdo conmigo y quieras agregar algo a la conversación, o que estés de acuerdo, pero por diferentes razones. ¡Leo todos los comentarios así que anímate!
No se tu, pero para mi un personaje, independientemente de su genero, debe tener virtudes y defectos; defectos reales, que lo/la desfavorescan, no al reves.
Sí, eso es incuestionable. Solo que es cierto que hay veces en el que el contexto de tu historia debe afectar a los personajes de manera distinta según su género. Eso es parte de la congruencia narrativa.