Calidad narrativa: ¿por qué es innegociable?
La calidad narrativa nunca debe dejarse a un lado
Un concepto que fácilmente puede ser considerado como “elitista” es el de la calidad narrativa. No es extraño que, cuando compartes o exiges un estándar alto de calidad a las historias que experimentas, de repente haya alguien que te acuse de “estar tomándote demasiado en serio” las cosas.
Esa perspectiva la entiendo hasta cierto punto; después de todo, es perfectamente válido buscar historias simplemente por el entretenimiento y escapismo que pueden ofrecer. Sin embargo, yo argumentaría que, incluso los miembros de la audiencia que hacen eso, al final del día prefieren las historias con una buena calidad narrativa a las que no.
Al final del día, no es como que todas las películas que ves o los libros que lees te gustan, ¿no es así? Eso sugiere que tienes algún tipo de estándar, uno que puede ser muy subjetivo, pero lo tienes, y por lo tanto hay que historias que para ti serán mejor que otras y, por ende, ofrecerán distintos niveles de calidad.
Por eso creo que es útil para lectores, espectadores, críticos y escritores entender la importancia del concepto de calidad narrativa y que lo apliquen con frecuencia. Si te interesa leer más sobre el tema, ¡estás en el lugar indicado!
¿Qué es calidad narrativa?
Cuando hablo de calidad narrativa me refiero a la profundidad, efectividad y eficiencia de los elementos que conforman una narrativa en particular.
Esta es una definición que va más allá de la simple estética de una película o la pomposidad con la que escribe un autor. Se trata de cómo los símbolos, arquetipos, arcos de personaje, recursos narrativos y literarios, trama y temática se juntan en una historia para crear algo especial.
Es algo que aplica tanto con obras extremadamente complejas como El Padrino, o historias mucho más simples, pero bien construidas como Mentiroso, Mentiroso.
No estoy argumentando que estas dos historias tienen la misma profundidad, efectividad y eficiencia narrativa; lo que estoy diciendo es que la complejidad de una trama no justifica la carencia de calidad narrativa ni tampoco la añade de forma implícita.
La simpleza de los elementos no disminuye la responsabilidad que tiene el autor de sacarle el máximo provecho posible, y eso es algo que no debemos olvidar independientemente de si somos creadores o consumidores de historias.
¿Cuál es su importancia?
Entiendo que para muchos esa explicación haya podido sonar un poco vaga, así que voy a aterrizar con más detalle la idea. Para hacerlo, hablaré desde dos perspectivas: la del escritor y la de la audiencia.
El autor
En mi opinión, no hay nada más grave que un escritor que le da poca o nula importancia a la calidad narrativa de sus historias. Esto es porque está ignorando por completo el aspecto técnico del proyecto artístico.
Está bien trabajar el misticismo de la inspiración y las musas, y quizás incluso se vale vanagloriarse de alguna especie de talento innato para el storytelling, pero nada de esto sirve si no le añades a esas aptitudes un conocimiento técnico y estudiado sobre los elementos que comprenden una historia.
Estos conocimientos son los que te permitirán pasar de ser alguien con talento para escribir, a alguien con la capacidad de darle a sus historias una calidad narrativa envidiable que les permita llegar al terreno de lo excepcional.
Por otro lado, la falta de maestría en relación con estos elementos es justo lo que hace que las historias tengan arcos mal construidos, personajes planos y aburridos, exposición inoportuna o innecesaria, tramas ilógicas y temáticas incongruentes.
Esto no solo afecta negativamente a la audiencia, sino que le impide a la historia alcanzar su verdadero potencial artístico, ese que le permitirá decir algo importante sobre la realidad humana; algo que la inmortalice y la haga valiosa para todos aquellos que la experimentan.
La audiencia
La audiencia juega un rol crucial en lo que respecta a la calidad narrativa justamente porque quien debe finalmente juzgar qué tanta o qué poca tiene una historia, son los lectores y/o espectadores que la presencian.
Una audiencia que no tiene estándares ni exige calidad a los escritores, está condenada a recibir historias malhechas y superficiales que no tienen otro propósito más que sacarle dinero de los bolsillos.
Quizás dirás “Pero, JEFS, a mí me gusta reírme en el cine, no voy a que me digan algo profundo sobre la vida” y eso es válido, pero lo que quiero que quede claro es que ambas cosas no son excluyentes.
Aunque no lo creas, ¡puedes tener ambas cosas! Volviendo al ejemplo de Mentiroso, Mentiroso, no creo que nadie pueda negar que esa película es extremadamente entretenida, y si a eso le sumas que el protagonista está bien construido, vive un arco poderoso y aprende una lección de la que todos nos podemos beneficiar, ¡queda muy claro por qué se convirtió en un clásico humorístico!
Muchos piensan que la calidad narrativa se relaciona con tramas lentas, temáticas oscuras o escenas fuertes y controversiales, pero no hay nada más lejano a la realidad.
Las buenas historias, precisamente por su experto manejo de los elementos que incluyen son, por inercia, extremadamente entretenidas y apasionantes.
Pedirle a tus escritores que le presten atención a los detalles no es un acto elitista, sino el derecho más básico que tienes como audiencia.
Es por eso que vale la pena que tengas estándares claros. Esos estándares pueden ser tan altos como quieras, pero deben estar ahí. Simplemente, piensa en aquellas historias que considerarías “las mejores que has visto” y trata de ver por qué te gustaron tanto, qué las diferencia de las otras que no colocarías en dicha lista.
Ese ya es un paso importantísimo que te ayudará establecer mejor tus propios gustos y ser una máquina de buenas sugerencias para otros. También, tómate tu tiempo para calificar las películas y libros que consumes. Aunque sea un par de minutos para decirle a la industria si debe hacer más productos como ese o debe mejorar.
Eso te beneficiará principalmente A TI. ¡No lo olvides!
¿Hay géneros que no la necesitan?
Una de las frases más trilladas y molestas que escucho por ahí suena más o menos así:
“Vamos, es una historia para niños/adolescentes, ¿qué importa si esto o esto otro no tiene sentido?
O algo como esto:
“Es una película con magos/gnomos/máquinas del tiempo, ¿qué importa si el personaje hace algo que no tiene sentido?”.
Es importante comprender que la calidad narrativa no está sujeta a la madurez de la audiencia ni tampoco al realismo de una historia. Si escribes una historia con un gato parlante, ese gato es un personaje y por lo tanto está atado a la historia como lo está Jean Valjean en Los Miserables.
Literalmente, no hay excusa para hacer una historia mal construida solo porque el género o la audiencia “se lo perdonarán”. Decir eso es limitar la capacidad creativa de los autores e invitar a la mediocridad; lo cual es algo que no le conviene a nadie.
¡Y listo! Espero que este pequeño desahogo te haya resultado interesante. Si tienes algo que agregar a la conversación, ¡hazlo en los comentarios! ¡Quiero saber lo que opinas!