La tentación como elemento narrativo: ¡conócela a fondo!

La tentación como elemento narrativo: ¡conócela a fondo!

La tentación como elemento narrativo: ¿qué tiene de interesante?

Una de las luchas más frecuentes que vivimos los seres humanos todos los días, es una batalla incesante contra la tentación, algo que constantemente nos empuja a hacer cosas que sabemos que están mal y que, muy probablemente, nos arrepentiremos después.

Esto es algo que forma parte de nuestra vida desde que tenemos consciencia hasta que esta se escapa de nuestras manos, y justo por eso es que la tentación puede ser un elemento tan valioso para las historias.

Si te interesa saber cómo puedes sacarle provecho al máximo, ¡no pares de leer!

¿Qué es la tentación?

La tentación es el impulso de hacer o tomar algo atractivo, pero que puede resultar en consecuencias negativas, prácticas o morales, para tu persona. Puede ser algo tan sencillo como un chocolate cuando estás a dieta, o algo tan complicado como huir y dejar solo a tu hermano cuando los persigue un oso.

La tentación es algo que ataca nuestra moralidad y la pone a prueba, obligándonos a demostrar con nuestras acciones quiénes somos en realidad: héroes o villanos. Por supuesto, la vida es lo suficientemente compleja como para que UNA SOLA acción no determine a qué categoría pertenecemos, pero de todas maneras nuestra proclividad a caer o no ante las tentaciones sin duda refleja nuestra alineación moral.

Además, ceder ante la tentación tiene su propio cúmulo de consecuencias que varían según la situación, y estas también determinen el rumbo que nuestra vida tomará para bien y para mal.

¿Qué aporta a las historias?

Narrativamente, la tentación es un elemento crucial para poder explorar tanto las debilidades de un personaje como su crecimiento a través de la historia.

Esto sucede porque, para que la tentación sea efectiva, esta debe colocar al personaje en una situación donde el mal es una opción genuina y es justo es esa posibilidad la que esconde el potencial heroico.

Es decir, un hombre que nunca le es infiel a su esposa, puede sonar como alguien moral y heroico, pero en realidad no lo sería si en su vida jamás tuvo la opción genuina de conseguirse una amante. La tentación nunca se presentó y, por lo tanto, la lucha moral jamás se llevó a cabo.

Su infinita fidelidad se debe más a la casualidad que a la moral y por eso no es realmente heroica.

Sin embargo, si el mismo hombre, a lo largo de los años, resistió la tentación una y otra vez, incluso cuando su esposa y él no se llevaban bien, entonces sí existen los componentes para que lo consideremo un hombre de principios morales verdaderos.

Es extraño pensarlo, pero es justo la existencia del mal lo que hace que el bien pueda existir, ya que si todos estuviéramos obligados a actuar con moralidad y no pudiéramos elegir lo contrario, nadie siquiera sería capaz de determinar que eso es algo bueno. Sería simplemente lo que es de la misma forma que el cielo está arriba y el suelo está abajo. ¿Esas características son buenas o malas? Pues, la pregunta es irrelevante porque ninguno de esos elementos tiene la OPCIÓN de ser otra cosa.

La tentación lleva al personaje a enfrentarse con su propia maldad y le presenta una decisión que este resuelve dejándose llevar o manteniéndose fuerte gracias a su compromiso con el bien.

Por supuesto, estoy claro que saber “qué es lo correcto” no siempre es fácil y ni siquiera las tentaciones obedecen un orden moral binario. El punto es que, en el contexto narrativo, este elemento sirve principalmente para evaluar la alineación moral del héroe.

¿Cómo construirla?

Ahora hablemos sobre las características que debe tener la tentación para aportar valor narrativo a la historia. ¡No te las pierdas!

La tentación debe ser posible y atractiva

De la misma forma que la tentación debe ser una opción viable para el personaje (por ejemplo, un ladrón que puede robar y concluir racionalmente que se saldrá con la suya), también es cierto que esta debe resultar atractiva para él.

Esto quiere decir que la tentación en sí debe estar relacionada con el deseo central del personaje, aquello que persigue y establece su lugar en la historia. Si estamos hablando de un sujeto que valora el dinero más que nada, entonces quizá la tentación deberá ser quedarse con sus riquezas o dejarlas ir para salvar a alguien.

Es justo esta situación la que vemos en el clímax de El Planeta del Tesoro, donde John Silver finalmente vence a la tentación abandonando su obsesión por el tesoro para salvar a Jim y demostrando narrativamente que ahora valora más la vida del muchacho que el tesoro de Flint.

Si la tentación hubiera sido “salvar a Jim o un cupón para un concierto de Beyonce”, la decisión no tendría peso narrativo porque Beyonce no es algo que se haya establecido como verdaderamente valioso para el personaje.

En pocas palabras, la tentación siempre debe estar alineada a la falla central del personaje. ¡No lo olvides!

Debe tener consecuencias en la trama

Independientemente de la decisión que tome el personaje, esta debe tener consecuencias importantes en la historia.

Quiero hacer hincapié en que esto no significa que ceder a una tentación siempre deba ofrecer consecuencias malas drásticas, ni tampoco que derrotarlas signifique que ahora el personaje vivirá tranquilo el resto de su vida. Justo lo interesante de este elemento es cómo el desarrollo de la historia puede agregar complejidad al análisis moral que proviene de la decisión del personaje.

Por ejemplo, en Salvando al Soldado Ryan, los protagonistas derrotan la tentación de asesinar a un soldado nazi y lo dejan escapar, lo cual hace que este vuelva más tarde y asesine a uno de ellos y a otras personas.

Aquí, la tentación sirvió como una herramienta narrativa para explorar la terrible realidad de la guerra, donde el mundo está tan corrompido que incluso la compasión puede ser algo con consecuencias siniestras y el asesinato se convierte en un acto que salva vidas.

De la misma forma, en Arcane: League of Legends, vemos un personaje que cae ante la tentación de meterse con elementos que no entiende del todo, lo que tiene la inmediata consecuencia de hacer posible un descubrimiento revolucionario que mejora drásticamente la vida de la ciudad en la que vive.

La complejidad que puede tomar tu historia es literalmente infinita, siempre y cuando te asegures de darle a las tentaciones una consecuencia importante en la trama.

La decisión debe ser consciente

Mientras menos comprensión tenga el personaje de la decisión que está tomando, menos poder tendrá la tentación como elemento narrativo.

Es decir, un personaje que dice sí a algo terrible creyendo que es bueno, no te está ayudando a explorar la tentación, sino los límites de la razón humana y cómo podemos llegar a mentirnos a nosotros mismos. Una idea valiosa, sin duda, pero no está realmente atada a la tentación.

Para que esta brille, necesitas que tu personaje tenga consciencia de lo que su decisión significa. Esto no quiere decir que no puedan surgir consecuencias impredecibles, sino que el personaje entienda la moralidad de sus acciones.

Por ejemplo, un personaje que hace un trato con un ser demoníaco para que asesine a todos sus enemigos, que sabe que este ser es malvado y que lo que hace es maquiavélico, te ayudó a trabajar la tentación incluso si resulta que este monstruo lo termina matando a él también.

Hubo una consecuencia inesperada para el personaje, pero existía una verdadera comprensión de lo que la tentación le ofrecía y, gracias a su falla central de personaje (digamos que era “un intenso odio y resentimiento por sus adversarios”), termina cediendo ante ella.

Aquí tampoco sirve colocarlo en una situación donde no tiene una opción real ni tampoco una donde alguien más decide por él.

La tentación necesita ser enfrentada de forma consciente para que tenga valor narrativo. ¡Es crucial!

¡Y con eso concluimos el artículo! Tenía la tentación de expandirme más, pero no caeré ante ella para no aburrirte.

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